Tenía 28 años y estaba destinada a ser una de las mujeres más ricas de Turquía. Mina Basaran iba a casarse y, para celebrarlo, se fue a Dubái con siete amigas, dos de ellas con doble nacionalidad española y turca. El domingo pasado, su avión privado, que las llevaba de vuelta a Estambul, se estrelló en Irán: todas las tripulantes, además de las dos pilotos y una azafata, murieron.

«La aeronave sigue ardiendo y se puede ver a simple vista», dijo ayer el responsable de emergencias iraní, Mojtaba Jalidi, que explicó que el aparato, una hora después de despegar, ganó altitud de forma repentina y cayó después en picado mientras ardía. Irán intenta recuperar la caja negra del jet.

Mina Basaran era hija de Hüseyin Basaran, y estaba destinada, en un futuro, a ser la próxima presidenta de Basaran Holding, un macrogrupo que tiene negocios en todos los sectores imaginables. Junto con ella murieron siete jóvenes más: dos de ellas eran sefardís turcas que habían obtenido la nacionalidad española hacía unos meses.

En Turquía viven 30.000 judíos: son los familiares y herederos de los judíos que fueron expulsados por los Reyes Católicos en el siglo XV. Desde hace unos años, España está dando la nacionalidad a los judíos sefardís que lo pidan y puedan probar su origen. Así es como Liana Hananel y Jasmin Baruh, las dos españolas que han muerto en el accidente de avión, consiguieron la ciudadanía española.