El atraco de un banco en Alicante se convirtió ayer en una pesadilla para las ocho personas que estaban en la sucursal a las 9.30 de la mañana y que acabó, tras más de 12 horas de tenso secuestro, con la detención del asaltante, que resultó herido.

El individuo, de 25 años y llamado Iván, irrumpió en la oficina del Banco Popular de la Gran Vía y exigió el dinero de la caja. Un cómplice vigilaba en la puerta, pero llegó la policía, alertada por un empleado de Prosegur, y el compinche huyó mientras que Iván decidió seguir en el banco con los rehenes, cinco trabajadores y tres clientes. A la pistola con que el atracador intimidó a los empleados había que añadir una granada con la que amenazó para que la policía no entrara. El edificio del banco y otro adyacente fueron desalojados.

"ATRACAR ES MI TRABAJO" La calle fue acordonada y más de 60 agentes de varios cuerpos, incluidos los GEO, ocuparon la zona. Un negociador, que para entrar en el banco tuvo que quedarse en calzoncillos, logró hablar con el atracador, y a las 11.30 la primera rehén fue liberada a cambio de cerveza, agua y bocadillos.

Pasada la una, salieron otras tres mujeres, a las que siguieron primero un cliente y luego el cajero del banco. Todavía quedaban dos rehenes dentro de la entidad, el director de la sucursal y un cliente, Juan Marín, quien a primera hora pudo hablar con su mujer cuando ella le llamó a su teléfono móvil. El atracador permitió que hablaran y Juan la tranquilizó, diciendo que estaban siendo bien tratados. La llegada del padre del delincuente, que viajó desde Madrid, abrió nuevas esperanzas.

Iván atendió mientras tanto varias llamadas de medios de comunicación y explicó que los rehenes no corrían peligro. "Estoy tranquilo, porque atracar es mi trabajo", comentó con sangre fría. Se quejó de que la policía quería engañarlo porque las cervezas que le habían dado eran "sin alcohol".

La siguiente exigencia de Iván fue "una moto de dos millones de pesetas", a lo que accedió la policía. A las 21.20, salió con un rehén, encendió la moto y probó que funcionaba. Pero no llegó a subir y volvió a entrar con el rehén al banco. Finalmente, a las diez de la noche, salió de nuevo, se puso el casco, volvió a arrancar la moto y salió a toda velocidad. Empezó una corta persecución, de unos 300 metros, que acabó cuando un coche de la Policía Local le cerró el paso y acabó con el intento de fuga y el atraco más rocambolescos de la historia de Alicante.