Isabel González Herrera, de 47 años, apenas se levantaba de la cama. Le costaba respirar, sufría continuos temblores y necesitaba ayuda hasta para ir al baño. El domingo pasado se precipitó desde el balcón del cuarto piso de su casa de Vic (Barcelona). Parecía un suicido. Pero los Mossos d´Esquadra detuvieron, poco después, al marido y a una de las hijas. Les acusan de haber inducido el suicido de la mujer. Los agentes subrayan que es difícil creer que la mujer pudiera, dadas sus limitaciones físicas, superar la altura del balcón y saltar sin ayuda.

La titular del Juzgado número 1 de Vic, que instruye la causa, decretó anoche alargar, un día más, la prisión de los dos detenidos, que niegan su participación en los hechos.

La muerte ocurrió el domingo a las 8.20 horas. Tras recibir una llamada telefónica, los agentes se encontraron, tendida en la calle, el cuerpo sin vida de Isabel González.

GOLPES A LA NIETA La víctima había acudido en más de una ocasión a las dependencias policiales a denunciar malos tratos físicos y psicológicos por parte de su marido, Juan Q. B., de 57 años, quien ha sido detenido como mínimo en cinco ocasiones desde noviembre del 2003 por agresiones y amenazas a su mujer. En una ocasión llegó a ser arrestado por pegar a su nieta. "Es una niña muy movida y sólo si le das dos o tres hostias se calma. En casa le pegamos todos", declaró el hombre a los agentes tras su detención.

Los agentes pensaron que la mujer se había suicidado. No era la primera vez que Isabel González intentaba huir de su infierno. En otras muchas ocasiones, se atiborró de pastillas.

Tras el levantamiento del cadáver, los Mossos se trasladaron al domicilio. "El cruce de acusaciones que se lanzaron unos contra otros levantó las sospechas", indicó un responsable de la investigación. La vivienda era compartida por el matrimonio, tres hijas, una nieta, el novio de una de las hijas y un hijo de éste.

Un hijo de la fallecida, fruto de un matrimonio anterior, y la hermana de ésta relataron que la mujer había recibido amenazas del marido y de su hija mayor, Jennifer.

La mujer sufría una gran depresión. Hasta la pequeña, de 15 años, relató cómo su hermana Jennifer trataba con desprecio a su madre.

El marido negó haber intervenido en el suicidio de su mujer. Aseguró que estaba durmiendo. Y llegó a declarar: "Nunca la he amenazado. Sólo le he pegado algunas veces. Pero amenazas, nunca".