Los integrantes de La Manada, los cinco jóvenes condenados por agresión sexual durante los Sanfermines del 2016, siguen protagonizando incidentes policiales desde su puesta en libertad el pasado 22 de junio. El último ayer, cuando agentes de la Policía Local de Sevilla detuvieron a Ángel Boza cuando intentaba robar unas gafas de sol en unos conocidos almacenes de la capital, y en su intento de fuga conduciendo un coche sin carné arrolló a los dos guardias de seguridad que le descubrieron. El joven permanecía anoche arrestado en la Comisaría de Policía prestando declaración y a la espera de pasar a disposición judicial.

La noticia saltó a última hora de la tarde de ayer, miércoles, precisamente uno de los días en los que tiene que acudir al juzgado para cumplir con las medidas cautelares fijadas para su libertad. El joven, de 26 años, fue descubierto en un centro comercial del barrio de Nervión sustrayendo unas gafas de sol. Dos vigilantes de seguridad le siguieron hasta el párking, donde tenía estacionado su vehículo, y allí le pidieron que les devolviera el producto sustraído.

ARROLLADOS / Fuentes policiales explican que, «lejos de atender las indicaciones de los guardias», Boza opuso resistencia y se dio a la fuga. En su huida, arrolló a ambos vigilantes, que resultaron lesionados y precisarán asistencia médica, aunque su estado no obstante no reviste gravedad.

Los responsables del centro comercial alertaron inmediatamente a la Policía, y el coche de Boza fue interceptado a escasa distancia. Al identificarle, los agentes comprobaron que tenía en vigor una suspensión temporal del permiso de conducción por un juzgado de lo Penal de Sevilla, lo que supone la comisión además de un delito contra la seguridad vial, que se sumaría al de robo e intento de agresión. El joven permanecía por todas estas acusaciones en dependencias policiales a la espera de pasar a disposición judicial.

Boza, con antecedentes por conducción bajo los efectos del alcohol y las drogas, es el más joven de los integrantes de La Manada, y el único de los condenados por la agresión de Pamplona que no acudió meses antes a Pozoblanco, donde sus amigos protagonizaron otra agresión sexual que está siendo investigada. Según el relato que refirió al juez, él fue el primero que besó a la chica de 18 años a la que posteriormente agredieron sexualmente, siendo condenados por ello a nueve años de prisión.

Los cinco jóvenes quedaron en libertad provisional en junio tras pagar una fianza de 6.000 euros, al cumplirse el plazo máximo de prisión preventiva y no tener una condena firme. No obstante, la Audiencia de Navarra les impuso como medidas cautelares la prohibición de acercarse a Madrid, donde reside la víctima, la obligación de comparecer tres días a la semana en el juzgado de guardia, y la retirada del pasaporte con la prohibición de obtenerlo en un futuro. Precisamente esta medida fue la que motivó una nueva declaración judicial de otro de los jóvenes, el exguardia civil Antonio Guerrero, sorprendido en una comisaría intentado obtener este documento. El juez rechazó la petición de la fiscalía para que regresara a prisión y aceptó su versión de que fue un error y que simplemente quería una copia para entregarla en el juzgado, no apreciando por tanto el riesgo de fuga.