Catorce tentadores kilómetros separan Tánger de Tarifa. Por ello, esta vía marítima es una de las más utilizadas por los subsaharianos que intentan alcanzar la Península en zodiacs impulsadas por un pequeño motor e incluso en toys, precarias embarcaciones infantiles de remo. Algunos lo logran, pero muchos más son interceptados por la Marina Real marroquí.

Con menos medios queda la alternativa de saltar la valla de Ceuta, normalmente en un asalto masivo, o intentar el paso a nado bordeando el espigón de Tarajal hasta la playa española. Y si tampoco es posible, el inmigrante recurre a la verja de Melilla. Cuando fracasa, retorna al bosque o al piso patera en el que ha pasado los últimos meses, para volver a empezar.

El dinero es determinante. Intentar cruzar la frontera en el maletero de un coche marroquí puede costar 4.000 euros. Una plaza en una barca de ocho personas, con el riesgo de morir ahogado, bastante menos: 700.