Dos nuevos curas han agravado la crisis de pederastia que vive la Iglesia de Tarragona tras los abusos sexuales cometidos por el rector Pere Llagostera. El Arzobispado de Tarragona, tras «las informaciones publicadas en los medios», envió ayer un comunicado en el que explica que dos sacerdotes que siguen en activo actualmente han sido objeto de investigaciones por parte de la Doctrina de la Fe del Vaticano, el órgano encargado de investigar los casos de pederastia. Da el nombre de uno de ellos, F. Xavier Morell Rom, pero no el del segundo.

Según fuentes del sector de la educación consultadas por este diario, el sacerdote Josep Maria Font fue apartado por la consejería de Educación tras un caso de posibles abusos en un colegio de Tarragona. Ni el arzobispado ni tampoco las parroquias han querido confirmar ni desmentir que Font, tal como apuntan todos los indicios, es el segundo cura referido. Morell, poco después del comunicado enviado por el arzobispado, que se reunió ayer para tratar el asunto, presentó su dimisión por la tarde. «Ante las últimas noticias, y aunque los hechos ocurridos no impiden el ministerio de mis funciones en la parroquia de Constantí, he decidido solicitar ausentarme un tiempo», dejó escrito en una nota. Antes de llegar a Constantí, Morell fue sorprendido en el 2010 en posesión de pornografía infantil, según avanzaron medios locales, pero el caso, que llegó a los tribunales, acabó archivándose, detalla el comunicado del arzobispado. No fue objeto de ninguna pesquisa interna dado que la legislación canónica vigente entonces no consideraba este hecho un delictum gravius (delito grave).

En noviembre del 2016 sí fue investigado por el Vaticano, después de ser activada la Doctrina de la Fe por el arzobispado, a causa de una denuncia por abusos sexuales cometidos contra un menor. La resolución vaticana de este segundo caso fue archivarla pro nunc (por ahora).

Ambos incidentes no impidieron que Morell fuera enviado en septiembre del 2018 a la parroquia de Constantí, donde ha seguido ejerciendo hasta ayer, el mismo destino que ocupó entre 1972 y 1999 Pere Llagostera, que abusó de al menos una decena de monaguillos durante excursiones a refugios al Pirineo de Lérida, montadas por él a comienzos de la década de los setenta, y de un alumno del colegio de Constantí a quien daba clases de repaso tras el horario escolar, a finales de los ochenta. Josep Maria Font, que según todos los indicios es el segundo cura investigado por el Vaticano, también formaba parte de las excursiones del mosén Llagostera al Pirineo leridano.

Font ejerció de profesor de religión en el colegio de Cabra del Camp. Allí fue sorprendido encerrado en una habitación con dos niñas, hermanas, sobre el regazo. La Generalitat le apartó del colegio e informó al arzobispado de Tarragona. La familia de las dos menores, por su parte, presentó una denuncia policial pero, antes de que se celebrara el juicio, la retiró para ahorrarles un proceso traumático a las niñas. Font fue enviado a la parroquia de Cambrils y nuevamente apartado de manera abrupta. El segundo cura al que alude sin citarlo el arzobispado de Tarragona, que rehúsa confirmar si se trata de Font, fue denunciado por abusos sexuales en junio del 2015. El arzobispado pidió ayer «perdón» a las víctimas.