La Organización Mundial de la Salud (OMS) fijó ayer en 887 personas, de un total de 1.603 contagios, los muertos hasta el 1 de agosto a causa de la epidemia de ébola que sufren varios países africanos. La cifra no solo impacta por sí misma, sino por su evolución: la OMS cifraba el 30 de julio los fallecidos por la infección en 826, lo que arroja más de 60 muertes en tan solo 48 horas. Por lo pronto, Nigeria, con cuatro casos de sospecha de infección, podría sumarse a Guinea-Conakry, Liberia, Sierra Leona, los países más afectados hasta ahora. Según relata Reuters, un médico de la ciudad nigeriana de Lagos se contagió tras tratar a un liberiano que murió.

En Liberia, en el Hospital San José de Monrovia, cerrado desde que su director falleció el sábado por la enfermedad, están aislados dos religiosos españoles. Uno es el sacerdote Miguel Pajares, de 75 años y de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios, que está enfermo y con fiebre, y la otra una monja africana con documentación española, la hermana Juliana, que no ha desarrollado todavía síntomas de la dolencia y que forma parte de las Misioneras de la Inmaculada Concepción.

En una situación algo distinta se encuentra un médico estadounidense infectado en Liberia, Kent Brantly, que fue trasladado a Atlanta (EEUU) en avión privado. Los médicos sostienen que un suero experimental que se le inyectó está mejorando su estado. También resultó infectada una asistente sanitaria, Nancy Writebol, a la que también se suministró una dosis del suero experimental. La mujer llegará hoy a Atlanta e ingresará en el mismo hospital que Brantly.

El asunto intranquiliza a algunos ciudadanos, como el millonario Donald Trump, que criticó al presidente de EEUU, Barack Obama, por repatriar a los enfermos y exigió que no entren en territorio estadounidense: "Suficientes problemas tiene EEUU", tuiteó el magnate.

CREENCIAS ERRÓNEAS Los portavoces de la OMS reiteraron ayer su preocupación ante las creencias erróneas sobre la enfermedad y el hecho de que la población no renuncia a costumbres ancestrales como lavar y abrazar los cadáveres antes de enterrarlos, lo que expone al contagio con el virus. La enfermedad, que se transmite por contacto directo con la sangre y fluidos corporales de personas o animales infectados, causa hemorragias graves y puede tener una tasa de mortalidad del 90%.

La OMS ha activado la Red Global de Alerta y Respuesta (GOARN, por sus siglas en inglés) --formada por agencias internacionales, gobiernos, universidades y otras entidades-- y ha solicitado especialistas en diversas áreas que puedan viajar a los países implicados para intentar contener el brote.