La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, fue clara ayer a su llegada al Congreso de los Diputados: «El diésel tiene los días contados». Y aunque no dio señales de cuándo se producirá este adiós, sí dijo que «su impacto en partículas y en el aire que respiramos es suficientemente importante para ir pensando en un proceso de salida».

Ribera respondió en estos términos a los medios de comunicación antes de comparecer en la Comisión para la Transición Ecológica del Congreso de los Diputados en la que anunció la puesta en marcha de la Ley de Cambio Climático y Transición Ecológica (LCCTE), cuyo texto prevé remitir al Congreso de los Diputados antes de que termine el año.

Preguntada por la descarbonización de los vehículos, Ribera subrayó que este proceso se tiene que acompañar «con facilidades que permitan ir cambiando el patrón», al considerar que «no se puede culpabilizar al ciudadano de la compra de un coche diésel» sino que forma parte de la labor del Gobierno darle al consumidor una opción de compra «intuitiva», a través de medidas fiscales y de mercado.

Sobre los cambios en la fiscalidad, Ribera señaló al Ministerio de Hacienda como el órgano competente en este ámbito, mientras que entre las medidas inmediatas para incentivar los cambios a favor de la movilidad sostenible, mejorar la calidad del aire y reducir las emisiones, Ribera anunció su intención de incentivar el uso de transporte público y los vehículos eléctricos. Una medida enclavada dentro de la visión del binomio «ciudad energía», en la que también incluyó la transformación de los edificios en «viviendas eficientes».

ENERGÍAS LIMPIAS / También citó como objetivo «irrenunciable» la revisión de la norma que se oponga al crecimiento de las energías limpias y a la cogeneración como herramienta clave para la competitividad de la industria española, así como la reforma de la regulación del autoconsumo.