Hace 10 años, un grupo de matemáticos realizaron un experimento que consistía en enviar una carta desde Alaska a China. El remitente estadounidense no tenía ningún tipo de contacto con el destinatario asiático. La prueba consistía en hacer una cadena, es decir, el remitente tenía que enviar la carta a una persona conocida. Esa persona, a su vez, la mandaría a otra. Y así sucesivamente hasta completar el recorrido a China. Los matemáticos preguntaron: "¿Cuántos pasos serán necesarios?" Antes de comenzar el experimento aseguraron que más de mil. Una vez concluido, se demostró que sólo fueron necesarios 20.

Si a través de 20 desconocidos, una carta puede atravesar los buzones de todo el mundo ¿qué no puede hacer internet? Todo. La red lo puede hacer todo. Esta semana se ha demostrado con la aparición de un bulo nuevo. En el asunto dice: "20 de enero. Día sin móvil". El texto, sin remitente, anima a los usuarios a realizar una huelga de teléfonos celulares. El motivo es protestar por el hecho de que las operadoras cobren las llamadas aunque éstas no se produzcan porque el destinatario no coge el teléfono.

Rápido y fácil

Ni los consumidores respaldan esta huelga ni las operadoras cobran en realidad esas llamadas perdidas, pero el bulo ha corrido como la pólvora. "Dispersar un bulo por internet es rápido y fácil. Basta con que una persona lo envíe a las direcciones que tenga en su buzón y éstas hagan lo propio", afirma el presidente de la Asociación de Internautas (AI), Víctor Domingo. Esta asociación recomienda "usar el sentido común" antes de reenviar un correo de este tipo. "Hay muchos mensajes que piden, por ejemplo, sangre para un niño que la necesita. Hay que desconfiar y romper esas cadenas", insiste.

Según la web www.hoaxbuster.ciac.org (cazabulos ), las pérdidas económicas que acarrean este tipo de bromas son millonarias. Por ejemplo, si 50 millones de usuarios en todo el mundo dedican un minuto a enviar por correo electrónico el bulo y la hora de trabajo está contabilizada en 50 dólares, el tiempo perdido se valora en 41 millones de dólares (32,2 millones de euros, 5.358 millones de pesetas).

La página añade que los bulos circulan por la red desde 1988 y concluye con las tres razones por las que se extienden. La primera es la simple curiosidad de unos bromistas que quieren saber hasta dónde pueden llegar. La segunda es la intención de menoscabar la reputación de una empresa, por ejemplo, asegurando que sus productos son nocivos. Y la tercera, conseguir direcciones para enviar correo basura.