Las amenazas de los inmigrantes se hicieron anoche realidad con creces. Más de 1.000 sin papeles penetraron por sorpresa en la Catedral de Barcelona y varios centenares lo hicieron en la iglesia de Santa Maria del Pi y en la de Belén --todas ellas en el centro de la capital catalana-- donde iniciaron un encierro que podría durar días. La Asamblea por la Regularización sin Condiciones pidió papeles para todos.

Las 35 asociaciones integradas en el colectivo llevaban días planteando una ola de encierros como medida de presión para que el nuevo Gobierno les escuche. Por la tarde llevaron a cabo una manifestación por el centro de Barcelona, donde cobró fuerza la idea de un encierro masivo. Hasta ese momento, y de forma discreta, habían ido planificando una decena de acciones en distintas iglesias. Incluso habían pactado con los párrocos una estancia "máxima de cinco días", según reveló a este diario Enrique Mosquera, un portavoz del grupo.

Los encerrados aseguraron anoche que la toma de la catedral se decidió por su "capacidad", para dar un golpe de efecto. Primero fueron unos 250 los que se colaron en el templo a las 19.45 horas, justo cuando acababa la misa y estaban a punto de cerrar los accesos, explicó un vigilante de seguridad del templo. Fue inútil intentar frenarlos. Enseguida llegó otro alud y muy pronto las 700 plazas de asiento "estaban llenas", relató el empleado.

En la iglesia de Santa Maria del Pi, unos 200 sin papeles se instalaron en los bancos. La historia se repitió en el templo de Belén.