La Iglesia católica nunca ha tenido el don de llevarse bien con el mundo. En la historia hay mil ejemplos de esta dificultad: negación de evidencias científicas, oposición a cambios sociales... Con el tiempo la Iglesia se arrepiente, pero sigue igual. Hasta cierto punto se entiende que las altas jerarquías no comulguen con las tendencias más innovadoras, pero negar la luz del sol...

Ahora dicen que el matrimonio homosexual no es un verdadero matrimonio. Miren, todo es relativo. Si no estoy equivocado, en este sacramento los protagonistas son los contrayentes, de modo que la Iglesia es sólo un testigo. Por otro lado, me parece que hasta 1560 la Iglesia consideraba que la cópula con mutuo consentimiento no era exactamente pecado, y que valía el matrimonio íntimo... ¿A qué viene, pues, negar ahora algo que no escandaliza a la sociedad y que un sector más o menos amplio reclama? Parece como si los obispos quisieran perder clientes. O quizá quieren equivocarse para luego pedir perdón.

*Escritor.