Para que dos trenes hayan chocado frontalmente en la línea R4 de Cercanías de Barcelona han tenido que fallar demasiadas cosas. Una cadena de errores que son sobre todo humanos, según todas las fuentes consultadas por este diario. La causa del accidente, que costó la vida a una mujer de 26 años -maquinista de uno de los ferrocarriles-, se comprobará con seguridad mañana, cuando la comisión de Renfe que investiga el siniestro descargue los discos duros de ambos trenes. Equivalentes a las cajas negras de los aviones, contienen datos que dejarán al descubierto todo lo que ha fallado.

Veinticuatro horas después del accidente, siguen ingresadas 12 personas, tres de ellas en estado grave. Concretamente, cinco de los afectados están en el hospital Mutua de Tarrasa, tres en Vall d’Hebron, dos en el Consorcio Sanitario Terrassa y dos en Althaia, en Manresa. Entre los ingresados, hay un bebé con heridas de poca gravedad.

CAMBIO DE PLATAFORMA / Sobre las 18.10 horas del viernes, un convoy procedente de Lérida se detuvo en la estación de Manresa en la vía 1 para que descendieran los viajeros. Para proseguir su trayecto hasta Barcelona debía ser desviado a la plataforma 2 al salir de Manresa. Y, en un primer momento, así fue. Sin embargo, por causas que se desconocen, un nuevo cambio de agujas lo devolvió a la vía 1, de sentido contrario. Al mismo tiempo, por esa vía, la 1, se acercaba a Manresa otro tren de Cercanías que había salido con retraso desde Barcelona. Este segundo, conducido por la maquinista de 26 años, única víctima mortal del siniestro, sí estaba en la vía correspondiente. Pero durante 7 kilómetros, el tramo que hizo en sentido contrario el convoy originario de Lérida, nadie se percató de que iba a encontrarse a otro tren en su camino.

Aquí está el problema principal, que señala al Control de Tráfico Centralizado (CTC), organismo que gestiona que los trenes en movimiento y que pertenece a Adif (el administrador de infraestructuras ferroviarias del Ministerio de Fomento). Los trabajadores del CTC deberían haberlo detectado y contactar con ambos trenes para que detuvieran la marcha. Para darse cuenta dispusieron de 7 kilómetros, los que realizó el tren que iba contravía, que en tiempo suponen entre 2 y 3 minutos. Pero no saltó ninguna alarma.

Las medidas tecnológicas también se demostraron insuficientes. Cuando un tren circula por una vía se enciende una señalización semafórica que avisa al resto de ferrocarriles de que esa plataforma está siendo utilizada. En este caso, sin que conste un fallo en la señalización, ninguno de los dos maquinistas llegó a saber que se aproximaban a una colisión frontal.

El AVE u otras líneas de Cercanías disponen de un mecanismo de seguridad que habría detectado la existencia de dos trenes circulando en sentidos opuestos por la misma vía. Este sistema, además, interrumpe el flujo eléctrico y detiene de golpe la circulación. La R4 no dispone de esta tecnología.

La R4 funcionaba este viernes con retrasos, algo frecuente. Y hace tres meses fue escenario de otro siniestro mortal. Un tren descarriló a las 6.15 horas del 20 de noviembre con 133 pasajeros a bordo que realizaban el trayecto entre Manresa y Sant Vicenç de Calders, a pocos kilómetros de Castellgalí, donde se produjo el impacto de ayer. En ese accidente, acontecido cuando el convoy había sido desviado y pasaba por Vacarisses por culpa de un desprendimiento de piedras contra el que chocó el ferrocarril, falleció un hombre de 36 años, un vecino de Castellbell i el Vilar que viajaba en los vagones delanteros, y resultaron heridas de poca gravedad cinco personas y atendidas leves 44 más.

LA INVERSIÓN / El conseller de Territorio y Sostenibilidad, Damià Calvet, también apuntó ayer a un error humano, pero aludió de nuevo a la falta de inversión estatal para denunciar que mecanismos como el de la R2 o el AVE habrían impedido el accidente. Este mes de febrero se cumplen 10 años de la transferencia de Cercanías a la Generalitat. Fue un «espejismo» porque no hubo una entrega real de la infraestrucutra y de los trenes, que siguen en manos del estado. Además, lamentaba, de los 4.000 millones de euros que se pactaron para dejar en buen estado las instalaciones ha llegado únicamente «un 12%».

El ministro de Fomento, José Luís Ábalos, por su parte, desvinculó este siniestro de la falta de inversión estatal en las líneas de cercanías. El Gobierno, alegó, ha puesto de manifiesto a menudo la falta de inversiones en la automatización y la renovación de las medidas de seguridad, no solo en Cataluña. Aseguró incluso que el Ejecutivo ha reorientado la inversión hacia la red convencional y de Cercanías, pero insistió en que se necesitan unos Presupuestos para cumplir el objetivo.