Las ventanas de la quinta y sexta planta del hospital Carlos III de Madrid se han convertido en el escaparate al mundo de cómo se pasan las horas en esa zona cero del ébola. El cansancio y el aislamiento van haciendo mella entre las 15 personas que voluntariamente se sometieron a un proceso de vigilancia y que siguen sin síntomas. Al marido de Teresa Romero, Javier Limón, se le pudo ver por la tarde triste y decaído. En algún momento incluso lloró recostado en su ventana. Vuelve a estar muy preocupado. Su mujer sufrió el sábado por la noche una nueva crisis respiratoria. El equipo médico estuvo a punto de intubar a la paciente, pero finalmente aguantó con el respirador.

¿Qué ha podido pasar? El director del Centro de Alertas del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, convertido en el portavoz oficial de esta crisis, explicó muy bien ayer que una persona con ébola está siempre en una situación crítica, y que a pesar de que la carga viral se reduce, puede haber afectación de otros órganos. Y eso es justo lo que está ocurriendo con Teresa, la técnico de enfermería de 44 años.

"Teresa fuma muchísimo", reveló ayer su hermano, José Ramón Romero, a este diario. Los pulmones se han convertido en su punto débil y le están dando problemas, especialmente el izquierdo. Tras tres días en los que la paciente se fue animando y que charlaba con el personal sanitario que entraba a atenderla, el sábado por la noche sufrió una nueva crisis respiratoria. Y grave. El equipo médico llegó a plantearse intubar. En cualquier caso esa maniobra, compleja porque se eleva el riesgo de los médicos que la practiquen, ya ha sido debidamente ensayada con los nuevos trajes de máxima seguridad que han llegado al Carlos III si finalmente llega el momento de tener que hacerlo, han asegurado a este diario fuentes médicas.

VISITAS

El resto de pacientes ayer se asomaron poco a sus ventanas. Algunos ya han empezado a recibir las primeras visitas en su habitación. Se trata de una sola persona por paciente, que accede al habitáculo con un traje de protección. Javier Limón recibió la visita de una buena amiga, Teresa Mesa, que anoche se convirtió en portavoz del matrimonio. A las puertas del hospital la mujer contó que el hombre estaba "cansado, preocupado" y que esperaba recuperar pronto las fuerzas para poder defender personalmente el honor y la profesionalidad de su mujer: 15 años trabajando de técnico de enfermería en el mismo hospital en el que finalmente se ha infectado de ébola.

Por la tarde también se vio en la ventana al doctor Juan Manuel Parra, el que más se expuso al contagio de entre las 15 personas que están en observación, ya que atendió a Teresa las 16 horas que estuvo con vómitos y diarrea en el box del hospital de Alcorcón. Parra volvió a utilizar Twitter para comunicarse con el exterior: "Animado por la evolución a mejoría de Teresa, sin síntomas y deseando la normalidad en nuestras vidas".

A otra de las jóvenes ingresadas en observación en esa quinta planta se la vio muy animada retratándose con el móvil y saludando con cariño a los fotoperiodistas que desde varios balcones cercanos siguen de cerca con sus potentes teleobjetivos todo lo que sucede tras las ventanas.

SIN CAMBIOS

La que sigue sin visitas es Teresa, recostada en la cama de su habitación número ocho. Se queja de dolor en el pecho. Su hermano José Ramón acudió por la tarde al hospital acompañado de Charo, su compañera. Hombre de muy pocas palabras, José Ramón volvía a estar anoche cabizbajo y muy preocupado por su hermana. Los médicos le han contado que la carga viral se reduce y que hay esperanzas, pero se lo cuentan con la cautela que exige un caso tan imprevisible. Charo le achucha y le recuerda: "Teresa es muy fuerte, mucho. Solo puede salir de esta".