La Unión Europea tiene uno de los niveles de consumo de alcohol más elevados del mundo pero tomar una caña, un vino, un chupito o una copa en un bar del norte del continente no es lo mismo que hacerlo en el este de Europa o en el sur, al menos para el bolsillo de quien tiene que hacerse cargo de la factura, que puede llegar a multiplicarse por tres. Según los últimos datos de Eurostat, el estado miembro más caro para beber alcohol sigue siendo Finlandia mientras que España se mantiene como sexto país con el alcohol más barato.

Según el último ránking de Eurostat, a Finlandia (176) le siguen en la lista de países más caros Irlanda (173,5), Suecia (143,7), Reino Unido (142,7), Dinamarca (142) y Grecia (123,4). Italia, Eslovenia, Bélgica, Chipre, Malta, Holanda, Letonia y Estonia también tienen bebidas alcohólicas con precios que se sitúan por encima de la media europea. Los dos últimos países del Báltico, con precios 25 puntos más caros que los que pueden encontrarse en la Península Ibérica.

Mientras tanto, entre los más baratos para beber alcohol, tomando como punto de partida una media de 100, están Bulgaria (65), Rumanía (71,9), Hungría (75,6), Eslovaquia (80,5) y Polonia (82,7). España, según esta misma clasificación, ocupa la sexta plaza de la UE con los precios más baratos (84,1) para las bebidas alcohólicas, por debajo de la vecina Portugal (96,1) y también Francia (88,9).

Fiscalidades y prácticas distintas

Detrás de esta situación se esconden realidades y motivos diferentes. Para empezar el hecho de que la fiscalidad de las bebidas alcohólicas ha sido tradicionalmente mucho más elevada en el norte de Europa, donde varios gobiernos siguen teniendo por ejemplo el monopolio de las bebidas alcohólicas, lo que les ha permitido mantener precios más altos para intentar mantener el consumo controlado.

Otros territorios como Escocia han optado en los últimos años por introducir un precio de venta minorista mínimo sobre todas las bebidas alcohólicas basado en el volumen y la graduación. Una propuesta legislativa que ha obligado al Gobierno de Nicola Sturgeon a litigar durante casi cinco años tras el recurso de la asociación de productores de whisky. El Tribunal Supremo escocés, tras consultar el año pasado a la Corte Europea de Justicia, sentenciaba que la fórmula no es desproporcionada frente al objetivo del Gobierno de reducir el consumo y las 1.265 muertes atribuidas en el 2016 al alcohol.

En el caso de las bebidas no alcohólicas, los precios más elevados respecto a la media de la UE también están, en general, en el norte. Es el caso de Dinamarca (166), Irlanda (128,2), Malta (123,5), Finlandia (123,4), Letonia (120), Suecia (113,5) y Reino Unido (112,4). En Bulgaria, mientras tanto, beber algo sin alcohol puede ser 12 puntos más barato que en la UE, algo más que en España y Hungría. En la República checa los precios de las bebidas no alcohólicas son ocho puntos inferiores a los de la media europea y cinco en Francia.

Noruega e Islandia

La comparativa muestra brechas aún más grandes si se mira hacia terceros países vecinos donde el precio de una cerveza o un vaso de vino puede multiplicarse todavía más. Es el caso de Islandia (255), Noruega (252) o Turquía (206). En estos tres países, por el contrario, consumir algo sin alcohol sale infinitivamente más barato aunque los precios siguen estando más elevados que en la UE: Noruega (184) e Islandia (131).

Según datos de la OCDE, los tres países que encabezan el ránking de consumo de alcohol en Europa son Lituania (15,2 litros por persona y año), Bélgica (12,6) y Austria (12,3 litros). Los tres figuran en la lista de países donde el precio de las bebidas alcohólicas está por encima de la media europea.