Las noticias buenas primero: los críos están vivos. Las malas después: el final feliz es lejano y las condiciones climatológicas agravarán un cuadro ya complicado. Los 12 niños de entre 11 y 16 años y su entrenador de 25 años podrían pasar los próximos meses en la cueva del norte de Tailandia en la que se adentraron nueve días atrás.

Las primeras imágenes llegaron en la noche del lunes. Los dos submarinistas ingleses los mostraron macilentos y acurrucados sobre un islote de barro que sobresalía apenas un par de metros en una cámara anegada, dando las gracias y pidiendo algo de comer, incomodados por la linterna tras días sumidos en las tinieblas. Los chicos se encuentran débiles pero razonablemente bien. La temperatura de unos 26 grados y el agua de la lluvia filtrada hasta la gruta han evitado la hipotermia y la deshidratación.

Los submarinistas les trasladarán alimentos de supervivencia y medicinas para primeros auxilios. Más adelante está previsto que reciban víveres para cuatro meses y lecciones de submarinismo para un posible rescate. Los ingenieros han llevado una veintena de bombas de extracción que cada hora retiran unos 10.000 litros y bajan un centímetro el nivel de las aguas. Pero las predicciones de fuertes lluvias para los próximos días entorpecerán el proceso. Para sacarles de ahí se barajan diferentes opciones y ninguna es fácil.

No saben nadar

Los expertos han aclarado que las estrecheces de las galerías y la visibilidad nula son extremadamente exigentes incluso para los submarinistas profesionales. La salida de los críos, que no saben nadar ni bucear, se intuye muy sensible. Cualquier ataque de pánico podría ser fatal tanto para los niños como para los rescatadores. La decisión final dependerá del Ejército tailandés y por ahora se decanta por enseñar las nociones básicas de submarinismo a los atrapados, suministrarles algún tipo de artilugio para respirar y sacarles de uno en uno, con varios submarinistas en el camino y pasándoselos en una dinámica de relevos. Es la opción más rápida pero también la más arriesgada.

Los equipos de rescate, mientras tanto, perforan las paredes de la cueva. La misión se ha visto entorpecida por el grosor de la roca y las dificultades de trasladar la maquinaria pesada. También preocupa que las perforaciones causen derrumbamientos. El escenario, pues, apunta a una larga estancia de los críos en la cueva durante la que será necesario supervisar su salud.

La cueva de Tham Luang está en un parque natural de la provincia de Chiang Rai. Sus 10 kilómetros de angostas galerías y frecuentes desniveles dificultan su exploración. EL el equipo de fútbol conocían la cueva pero fueron sorprendidos por las inundaciones que siguieron a las fuertes lluvias. El grupo ha quedado atrapado a 800 metros bajo la superficie. El rescate se elevó a prioridad nacional desde el momento en que se dieron las primeras voces de alarma. Unos 1.300 efectivos han participado en las tareas, Los submarinistas británicos que encontraron a los jóvenes, han entrado ya en el panteón de héroes nacionales.