La llaman Verónica Lario, pero su nombre de pila es Miriam Lella Bartolini. Nadie escribe nunca Verónica Berlusconi. Lo de Lario es un alias artístico de cuando la exactriz y actual esposa de Silvio Berlusconi era una jovencita y recitaba El magnífico cornudo , del belga Fernand Crommelynk, en los escenarios de Milán. Verónica, de 47 años, ha escrito un libro, Tendencia Verónica , en el que reconoce que nunca ha votado a Forza Italia, el partido político fundado por su marido en 1993. La señora Berlusconi, 20 años más joven que él, confiesa que simpatiza con los socialistas y radicales. Lario ya se enfrentó a su marido cuando se declaró en contra de la guerra de Irak ganándose a los pacifistas del país.

A pesar de que sus confesiones no han debido de ser del agrado del primer ministro italiano (con quien se casó en 1990), Verónica asegura que su libro es una "declaración de amor". Los italianos han visto contadísimas veces a la primera dama del país. Ella prefiere la casa, los hijos y el silencio. Ha estado un par de veces en un plató de televisión y ha concedido sólo dos entrevistas. No le gustan ni la capital italiana ni los ambientes del poder. No usa teléfono móvil, porque "ya existe el de Silvio, que suena las 24 horas del día".

Cuando su esposo se lanzó a la política, Veronica advirtió que el papel de Hillary Clinton no estaba hecho para ella. Para Berlusconi, que adora ser el centro de atención, la decisión de su esposa fue un alivio. Lo cuenta en el libro La prisionera de Macherio , como llaman a Veronica los periodistas italianos por la lujosa mansión en la que vive con sus tres hijos en Milán.

Las diferencias entre el matrimonio Berlusconi alcanza otros ámbitos. Como la telebasura que emiten las cadenas de su marido --ella, además, opina que hay un conflicto de intereses entre su papel como político y como empresario de televisión--. Como la ausencia de los padres en la educación de los hijos. "Un padre corre el riesgo de esconderse detrás de la coartada de cumplir su papel en la sociedad".

Verónica, que renunció a los 8 años a hacer la primera comunión, ha educado a sus hijos "en los valores". "La religión es un camino personal. He preferido transmitir a mis hijos los valores sin vincularlos a una opción de fe", afirma.

Pese a todo, Lario se queja de que le atribuyan estar siempre "en contra de su marido". "Como si fuera su enemiga. Sencillamente, no estoy homologada por él", señala. Cuando la periodista que la ha ayudado con el libro le pregunta si piensa hacer carrera política, ella responde: "Con un inmortal en la familia es suficiente".