El comentario popular "va a llover, porque me duele la rodilla" ya tiene base científica. Un estudio realizado en el área metropolitana de Barcelona confirma que las variaciones de presión atmosférica y de temperatura afectan a las personas con artrosis y artritis. No se conocen todavía las causas de esa interacción, pero como mínimo se ha confirmado que existe y no es una invención de enfermos quejosos.

La investigación, presentada ayer, es el resultado de casi dos años de trabajos del Instituto Poal de Reumatología y de los laboratorios Bioibérica Farma, y ha contado con la colaboración del Servicio Meteorológico de Cataluña. El estudio consistió en seguir día a día a 92 pacientes con afectaciones reumáticas y a otro grupo de 42 personas sanas, para comparar las percepciones.

El resultado obtenido es que los pacientes con artrosis (más de cinco millones en España) experimentaban un aumento del dolor articular cuando bajaba la presión atmosférica. Por contra, esta misma población no se veía afectada si disminuía la temperatura o se modificaba la humedad ambiental. El estudio revela, en cambio, que entre los enfermos de artritis reumatoide la bajada del termómetro sí ejerce un efecto sobre el dolor articular.

"Esta investigación confirma que el paciente tiene razón cuando se queja", afirmó Ingrid Möller, jefa de servicio del Instituto Poal. "El cambio de tiempo --subrayó-- sólo influye en la percepción del dolor, no agrava la enfermedad".