En los últimos veinte años, el uso de fibras sintéticas baratas como el poliéster se ha duplicado por nueve en los últimos cincuenta años- y más de la mitad de los textiles que utilizamos hoy en día contienen este material, lo que permite a la industria de la moda producir de forma mucho más barata ropas de baja calidad que se desechan con rapidez, según denuncia la Fundación Changing Markets en un informe publicado esta semana en el que carga contra la peligrosa adicción del sector textil a las fibras derivadas del petróleo y en el que coloca a esta industria entre las más contaminantes del mundo, con un consumo energético superior al del transporte marítimo y la aviación juntos.

No hay muchos consumidores que sean conscientes de que la moda rápida es una moda fósil. La adición al poliéster barato y a otras fibras derivadas del petróleo llega en un momento en el que el mundo se está distanciando de los combustibles fósiles pero en vez de alejarnos de estas fibras, que están causando un desastre ecológico, las marcas quieren que pensemos que lo tienen bajo control y pueden seguir produciendo cada vez más ropa, alerta Urska Trunk, responsable de campaña de la fundación que pone el foco no solo en la industria textil sino también en la industria del gas y petróleo que ha visto un filón en la producción de plásticos destinados a fabricar fibras sintéticas para la moda tras el parón del transporte o la energía.

La realidad es que la irrupción de la moda barata ha hecho que compremos más ropa que nunca, la llevemos menos tiempo y la tiremos a la basura más rápido. Concretamente, el consumidor medio compra un 60% más en comparación con hace 15 años aunque usa cada prenda la mitad del tiempo. Una tendencia que se explica en buena medida por el precio del poliéster -que cuesta la mitad por kilo que el algodón- y por sus características -es resistente y se seca rápido- que lo han consolidado como la columna vertebral de un modelo de usar y tirar que, según esta oenegé, es insostenible.

Sin una acción legislativa rápida y radical, y una desaceleración considerable, la apuesta del sector por ropa barata llevará a volúmenes insostenibles de microfibras y desechos tóxicos y se emitirá más carbono del que el planeta puede manejar, avisan recordando que las emisiones de ropa sintética son seis veces superiores a la que se fabrica en algodón (532 millones de toneladas frente a 86 millones) y que solo la producción de poliéster de uso textil fue responsable en 2015 de de 700 millones de toneladas de CO2, similar a las emitidas anualmente por México o por 180 plantas de carbón, unas cifras que podrían duplicarse para 2030.

Estrategia textil europea

Un problema que ni la industria textil va a resolver de forma voluntaria, avisan, ni tampoco las diferentes legislaciones a nivel nacional. La Comisión Europea tiene que presentar una estrategia textil que revise la dependencia sobre los combustibles fósiles y coloque a la industria en un camino más sostenible, reivindica la oenegé que urge al Ejecutivo comunitario a repensar el modelo e incluir en su nueva estrategia integral para el textil, prevista para este año, medidas de eco-diseño que impidan mezclar materiales así como requisitos más responsables en cuanto a reutilización, reciclaje y ciclo de vida de los productos.

Por ejemplo, fijando objetivos de reutilización y reciclaje de textiles aunque por sí solo tampoco resolverá todos los problemas ya que actualmente menos del 1% de la ropa reciclada se utiliza para la fabricación de ropa nueva y el grueso de la ropa que se tira termina en incineradoras o vertederos, lugares en los que acabaron 35 de los 48 millones de toneladas (el 73%) de ropa producidas en 2015. Actualmente, la UE cuenta con legislación que obliga a los Estados miembros a poner los medios para recolectar separadamente la ropa para el año 2025, aunque según avisan, harían falta medidas más estrictas para garantizar una verdadera circularidad.