Un cohete Ariane 5 pondrá mañana en órbita una ambiciosa sonda europea, de nombre Rosetta, cuyo gran objetivo será viajar hasta un cometa, estudiar su estructura durante dos años y soltar un robot que se enganchará al núcleo rocoso, una primicia en la historia de la exploración espacial. La Agencia Europea del Espacio (ESA) confía en que la nave contribuya al conocimiento de los misteriosos cometas, cuerpos sólidos rodeados de polvo y hielo, y por extensión del sistema solar e incluso del origen de la vida en la Tierra.

Según los planes iniciales de la misión, Rosetta debería haber viajado al cometa Wirtanen, pero los sucesivos retrasos obligaron a cambiar el destino y se buscó una alternativa, el 67P/Churiumov-Gerasimenko --para los aficionados, Chury a secas--. Poco se sabe de él, aunque se le calcula un tamaño muy superior al de Wirtanen, con un núcleo de tres por cinco kilómetros. "Los cometas pueden ser muy diferentes, dependiendo de su formación, pero creo que sigue siendo igual de interesante", explica el profesor Jordi Llorca, de la Universidad de Barcelona. El lanzamiento está previsto para las 8.36, hora española, desde la base de Kurú, en la Guayana francesa.

1.000 MILLONES DE EUROS Media docena de naves han tenido como destino algún cometa --la más reciente, la norteamericana Stardust --, pero ninguna hizo lo que hará Rosetta: pasar muy cerca, insertarse en órbita y dejar caer un módulo de aterrizaje. La ESA ha puesto la carne en el asador, con un presupuesto cercano a los 1.000 millones de euros (166.000 millones de pesetas).

El cometa y la sonda se encontrarán en un punto del universo situado a 675 millones de kilómetros del Sol. Para alcanzar el impulso necesario, Rosetta deberá circunvalar la Tierra en dos ocasiones y también Marte, cuyas órbitas le ayudarán a alcanzar velocidad. El viaje durará la friolera de 10 años. Una vez junto al cometa, Rosetta tiene previsto estudiar el núcleo y su medio ambiente durante más de dos años.

Uno de los momentos culminantes de la misión será cuando la nave se sitúe a sólo un kilómetro de la superficie y suelte el módulo aterrizador Philae, que pesa unos 100 kilos. Para evitar que salga despedido debido a la escasa gravedad, el robot se anclará a la superficie con un arpón. La ESA espera que Philae envíe información durante 65 horas, aunque no descarta una supervivencia superior. Además de los 12 instrumentos a bordo de la nave, con cinco espectrómetros y sensores de todo tipo, el robot lleva un equipamiento incluso superior, con espectrómetros, sismógrafos, analizadores de gases y un largo etcétera de aparatos para medir la dureza, la textura, la temperatura o la densidad del suelo.

PARTICIPACION ESPAÑOLA La sonda pesa cerca de tres toneladas, aunque prácticamente la mitad corresponde al combustible, y lleva además dos paneles solares que ocupan nada menos que una superficie de 32 metros cuadrados y aportan 850 vatios de potencia. Entre los grandes avances técnicos de Rosetta destaca su gran resistencia térmica, indispensable para los ambientes que transitará (entre --180º y +150º). Y ello lo consigue en gran parte gracias a un sistema de persianas que se abren y se cierran en función de las necesidades. El sistema ha sido diseñado por la empresa Sener.