La presencia de insectos en la dieta europea podría estar cada vez más cerca. Un dictamen publicado este miércoles por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) sobre la larva tenebrio monitor, una especie de gusano amarillo procedente de larvas de escarabajo, concluye que se trata de una especie segura como alimento humano, en los niveles de uso propuestos, y recomienda lanzar la investigación sobre su alergenicidad lo que abre la puerta a que pueda consumirse en un futuro cercano como alimento en la UE.

La opinión del panel sobre nutrición, alimentos nuevos y alérgenos alimentarios de la EFSA, que responde a la solicitud realizada por la Comisión Europea, supone el primer paso en un proceso de autorización que arrancó en julio de 2018. Unos meses antes y tras la entrada en vigor del reglamento sobre nuevos alimentos el grupo francés EAP había solicitado oficialmente la autorización de comercialización en la UE de la larva de gusano amarillo, entero y seco o en polvo, como ingrediente alimentario.

Se trata de una especie rica en proteínas, grasas y fibra que, según el análisis de los expertos, no genera ningún tipo de preocupación de seguridad aunque podría provocar reacciones alérgicas en personas con alergia a crustáceos y ácaros del polvo. "Los insectos son organismos complejos por lo que caracterizar la composición de los alimentos derivados de ellos representa un desafío. Es fundamental comprender su microbiología, teniendo en cuenta también que se consume todo el insecto", explica el coordinador del dictamen, el químico y científico Ermolais Ververis, sobre el procedimiento.

Hace años que la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura defiende que los insectos son una fuente importante y accesible de alimentos nutritivos ricos en proteínas. De hecho, ya forman parte de la dieta tradicional de al menos 2.000 millones de personas y su recolección y cría -podría generar empleos e ingresos importantes. Una posibilidad que tras el dictamen de este miércoles podría estar más cerca dado el interés de la industria alimentaria europea.

'El factor asco'

“Existen razones cognitivas derivadas de nuestras experiencias sociales y culturales -como el llamado ‘factor del asco’- que hacen que la idea de comer insectos sea repulsiva para muchos europeos” pero “con el tiempo y la generalización de tales alimentos estas actitudes pueden cambiar”, sostiene Giovanni Sogari, investigador de la Universidad de Parma, sobre un producto que ha despertado mucho interés como lo demuestra el hecho de que la EFSA tiene otras 14 solicitudes sobre la mesa, 11 en fase de evaluación y otras 4 en fase de comprobación de la documentación.

“Existen claros beneficios ambientales y económicos en la sustitución de las fuentes tradicionales de proteínas animales por otras que requieren menos alimento, generan menos residuos y producen menos emisiones de gases de efecto invernadero. Unos costes y precios más bajos podrían mejorar la seguridad alimentaria, y la nueva demanda también abrirá oportunidades económicas”, apunta el experto y profesor en la Universidad de Bolonia, Mario Mazzocchi.