“Todos contra Estados Unidos”. Bajo este mensaje, la cumbre delG20 celebrada este pasado fin de semana en Hamburgo ha constatado que aunque Washington haya decidido dar la espalda al Acuerdo de París, el resto de grandes naciones industrializadas seguirá las directrices pactadas para hacer frente al cambio climático. A pesar del duro revés que ha supuesto la retirada del mayor emisor de dióxido de carbono (CO2) de la historia, los signatarios han reiterado su compromiso con un pacto “irrevocable”. Y, para ello, Europa y China han dado un paso al frente con la intención de asumir ese nuevo liderazgo.

Pero si algún mandatario ha hecho gala de esa voluntad ecologista ese ha sido el flamante presidente francés, Emmanuel Macron. Más allá de subvertir el eslogan nacionalista de Donald Trump y transformarlo en “Hacer nuestro planeta grande otra vez”, el líder galo ha inaugurado su mandato con dos ambiciosas acciones que apuntan en esa dirección. Así, en la última semana el Ejecutivo liberal-conservador se ha comprometido con cerrar “hasta 17” reactores nucleares antes de 2025 para reducir la dependencia energética de esa fuente y con iniciar una transición hacia el vehículo eléctrico que termine suprimiendo la venta de vehículos de gasolina o diésel para el 2040.

Aunque Alemania sigue siendo visto como uno de los países de referencia en Europa por su progresivo salto hacia las energías verdes, su estancamiento en la reducción de emisiones de CO2 ha lanzado a la potencia vecina a tomar el mando. Así, según el estudio Climate Change Performance Index, Francia ocupa el podio como país que más y mejor actuó contra el cambio climático durante el año pasado. A su ligera reducción de emisiones, hay que sumarle su papel como anfitrión en una cumbre que a finales del 2015 dio a luz al mayor acuerdo firmado nunca en defensa del medio ambiente. Los 15.000 millones de euros que Macron prevé destinar a la transición ecológica pueden impulsar aún más el papel de París.

EUROPA: LÍDER Y PROBLEMA

Aunque no actúan como un bloque político común, los países miembros de la Unión Europea (UE) son sin lugar a duda los más concienciados y aplicados en su lucha contra el cambio climático. Así, de los 14 países que el estudio evalúa positivamente por sus acciones, solo Marruecos y Suiza no forma parte del club comunitario. En la parte alta de la lista también figuran Suecia, Reino Unido, Chipre, Luxemburgo, Malta, Portugal, Bélgica, Dinamarca, Letonia, Italia y Croacia. Un 86% de los europeos teme el impacto del cambio climático, lo que les convierte en los más preocupados tras los latinoamericanos.

Pero a pesar de que la UE sea algo así como el líder contra el cambio climático, los expertos apuntan a que muchos de los objetivos fijados “carecen de ambición” y que a pesar de comandar los esfuerzos diplomáticos que llegaron al Acuerdo de París muchos de estos países “siguen subvencionando los combustibles fósiles mientras tratan de encontrar lagunas para eludir sus responsabilidades”. Con casi un 10% de las emisiones mundiales de CO2, la UE en su conjunto es todavía uno de los grandes responsables del problema y, por tanto, uno de los bloques a los que se exige más contundencia. China produce el 30%, y EEUU el 14%.

Por su parte, España es de los países peores valorados de la UE. El estudio, que también evalúa los esfuerzos políticos de los gobiernos, califica el trabajo del Ejecutivo de Mariano Rajoy en esa materia como “muy pobre”, una categoría que ocupan países como Turquía, Grecia, Australia o Kazajistán.

LA REVOLUCIÓN CHINA

Para dar este paso al frente en la protección del clima, la UE ha contado con China, un aliado que ante el giro proteccionista de Trump está ganando peso. A lo largo de las últimas tres décadas, el régimen comunista de Xi Jinping ha basado el crecimiento que le ha llevado a ser una superpotencia en una industrialización altamente contaminante. De esta manera, se ha convertido en el mayor emisor de CO2 a la atmósfera, con unos niveles “alarmantes”.

Pero a pesar de eso y de que su consumo de energía aún depende en un 62% del carbón, China ha visto una ventana económica en las energías renovables y, con un 17% de la inversión mundial, se ha convertido en su principal impulsor. Eso le ha llevado a ser también el mayor productor de energía solar y el país que genera más empleo vinculado a las energías verdes. El esfuerzo del gigante asiático le ha catapultado hasta ser el segundo país mejor valorado por sus políticas contra el cambio climático. Y es que en un país donde casi el 80% de las ciudades viven bajo niveles de contaminación demasiado elevados cambiar el modelo ya no es una opción.