El experimento sobre el que leerán a continuación proporciona una respuesta científica a un debate que, al menos en su origen, era filosófico. Y es que la gran pregunta de dónde reside la consciencia (la habilidad de sentir y percibir; de no confundirse con la habilidad de pensar, conocida como conciencia) ha sido tan discutida en la literatura como en la neurociencia. Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista 'Neuron' sugiere que la solución a este dilema se halla en un área muy concreta del cerebro situada en el centro del encéfalo y justo por encima del hipotálamo. Pero antes de adentrarse en el veredicto, vamos con el proceso.

Un equipo internacional de investigadores se propuso estudiar el 'despertar' de este estado fisiológico. Es decir, en qué momento se activaba el interruptor que hace que nuestro cerebro se encienda o se apague. Para ello, diseñaron un experimento con macacos para averiguar, mediante encefalogramas y resonancias magnéticas, cuál era su actividad cerebral bajo diferentes pretextos. Primero se les estudió despiertos. Después dormidos. Y, finalmente, anestesiados. La comparación de estos tres estados señaló al núcleo lateral del tálamo como la posible localización de la capacidad de percepción. "Decidimos ir más allá del enfoque clásico en el que se analizan separadamente diferentes áreas del cerebro. Nuestro trabajo se centra en monitorizar todas las áreas involucradas a la vez para así estudiar la red de conexiones neuronales", comenta Yuri Saalmann, investigador de la Universidad de Wisconsin.

¿DESPERTAR CEREBRAL?

El siguiente paso del experimento consistió en comprobar si el epicentro de las percepciones al que apuntaban las imágenes cerebrales era, efectivamente, la clave de la consciencia. Así que se volvieron a anestesiar a los sujetos del estudio (anulando, por lo tanto, de manera forzada su consciencia) y se les aplicaron pequeñas estimulaciones en el área en la que se podía originar esta habilidad. Al hacerlo, los animales no tan solo se despertaron sino que su actividad cerebral volvió a la normalidad, justo como si estuvieran despiertos. De hecho, cuando los científicos exponían a los animales a un estímulo auditivo, estos respondían tal y como lo hacían cuando estaban en pleno uso de sus capacidades. También se comprobó que tras apagar la estimulación los macacos volvían al estado propio de una anestesia.

Por ahora, estos resultados tan solo sugieren un nuevo camino a explorar dentro de la investigación neurocientífica. Pero, tal y como argumentan los autores de este trabajo, quién sabe hasta dónde pueden llegar las futuras implicaciones de este hallazgo. Una vez identificado el epicentro de la consciencia no sería tan descabellado utilizar este conocimiento en medicina. Por ejemplo, para ayudar a las personas con desórdenes neurológicos relacionados con esta habilidad de percibir. "Es posible que podamos utilizar este tipo de estimulación profunda mediante electrodos para, por ejemplo, sacar a las personas de los comas", explica Michelle Redinbauch, investigadora responsable del estudio. "Estos hallazgos también podrían utilizarse para desarrollar nuevos métodos para monitorizar a pacientes bajo anestesia para asegurarse de que estén bien", comenta la experta.