Una fallera saludando al estilo reina y un 'ninot' de una mujer con pechos más o menos destapados pero en cualquier caso enormes. Entre las imágenes más comunes de las Fallas casi siempre han aparecido estas dos, algo que ha acentuado la idea de que la fiesta más internacional de España junto a los Sanfermines ha sido machista (o aún lo es). Además, hace un año y medio se desveló que existía un protocolo de la Junta Central Fallera, el máximo órgano de gobierno, que regulaba la vestimenta particular de las Falleras Mayores y su Corte de Honor en actos públicos imponiendo un trasnochado recato de faldas por encima de la rodilla y zapatos de tacón, sin transparencias y con colores sobrios. Para ponerse vaqueros, debían pedir permiso. Pero, sobre todo, el reglamento daba potestad al acompañante que siempre designa la JCF a “dejarlas en su domicilio” si se negaban a cambiarse una vestimenta que esa persona considerara “indecorosa”.

Pese a suspenderse su vigencia, su descubrimiento hizo que se retomara el debate sobre la figura de la mujer en la fiesta y hace un par de meses la discusión se animó cuando una subcomisión del Consell de les Dones del Ayuntamiento anunció un estudio sobre el trato al cuerpo de la mujer en los monumentos y desde la concejalía de Igualdad se planteó proponer una lista de canciones ‘no machistas’ para las verbenas. El revuelo del chequeo a los ninots hizo que se haya aplazado hasta después de la semana grande, aunque desde el consistorio animan a aprovechar el potencial de las fallas para darle la vuelta a la etiqueta que les cuelga. “Lejos de ser marcadas como machistas, las Fallas son una oportunidad para quemar todas las discriminaciones que todavía existen en la sociedad", explicó Pere Fuset, concejal de fiestas y como tal presidente de la JCF, que nunca ha estado encabezada por una mujer. En los últimos años se han creado premios para el fomento de la igualdad e incluso una campaña para que sea ‘borinot’ y no ‘maricón’ el que no bote con las charangas.

Una de las ideas es potenciar la figura de la Fallera Mayor. Su papel casi simbólico llevo hace ya hace casi un cuarto a la transgresora comisión de Arrancapins a renunciar a tener la suya. En esta edición, Rocío Gil, que lo es de toda Valencia, realizó en la ‘Crida’, el acto de apertura de la fiesta, un discurso con un claro mensaje feminista “Me gustaría que lucháramos todos juntos por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libre. Porque en nuestra fiesta la mujer tiene un papel clave y fundamental”, subrayó antes los miles de asistentes.

HOMBRES AL MANDO... PERO YA NO TANTO

Pero, aunque el panorama ha mejorado en los últimos años, de las 380 fallas sólo 45 tienen presidenta. En los jurados la presencia de hombres ha sido mayoritaria tradicionalmente aunque este año se ha conseguido por fin que en categoría especial haya más mujeres que hombres. No será el único hito de 2018 pues por primera vez será una mujer, Reyes Martí, la encargada de disparar el castillo de fuegos artificiales de la ‘Nit del Foc’, el más importante de las noches falleras.

En el gremio de artistas falleros, que tiene unos doscientos miembros y en el que apenas hay una decena de mujeres agremiadas también se espera que en los próximos años se equilibre algo más la proporción. “Supongo que históricamente ha sido una profesión más de hombres, había mujeres en los talleres pero en otros trabajos. Ahora, con el módulo de FP que se creó, hay muchas más que van a llegar. Yo creo que llegará el día en que una mujer plante en la Sección Especial”, explica Marina Puche, una de las pocas agremiadas, que lo es por ‘herencia’, pues su padre fue muchos años artista fallero. Rosa María Rubio es trabajadora de base en el taller de Ximo Estellés, su marido, y apunta que en el caso de las fallas grandes “hay un impedimento físico porque para la labor de carpintería se necesita mucha fuerza pero eso se podría solucionar con ayudantes pero creo que por ejemplo la mujer está más cualificada para toda la parte creativa, los bocetos, los esbozos, la pintura”.

¿HUMOR O VEJACIÓN?

El debate sobre la ‘cosificación’ de la mujer en los monumentos enciende los talleres. “Eso fue una época ya no se hace tanto ni mucho menos, aunque puede que se siga viendo en las Fallas más modestas porque se utilizan moldes antiguos. Pasó como con las películas, fue la época del destape. Era un tipo de humor al que se recurría pero que ahora ya no se gasta”, señala Puche, que pide no caer en totalismos. “Hay cosas que si tienen gracia, tienen gracia”, apunta.

“No es verdad que ahora haya ese trato”, afirma resuelto Estellés. “Las Fallas son un reflejo de la sociedad así que han sido machistas como lo ha sido la sociedad”, resume. “Cuando murió ‘el tío Paco’ llegó el destape porque nadie había visto nunca una teta pero eso ya pasó aunque puede que a alguien se le vaya la pinza. Ha cambiado totalmente. Salen mujeres con tetas como salen calvos, homosexuales, curas o políticos”, señala. Y critica el anuncio del citado estudio. “Primero hazlo y luego nos sentamos a discutirlo pero no salgas con esa noticia dos meses antes de las Fallas. Mi sensación es que no existe, pero hagamos el estudio y lo vemos”, pide.

LA VIOLENCIA DE GÉNERO Y LOS LÍMITES DE LA CRÍTICA

Estellés admite que se usa poco el potencial de las fallas para criticar ciertos temas. “Yo hizo una falla denunciado la violencia machista hace 25 años, he sido uno de los más beligerantes y he pagado el precio. Teniendo un nivel que creo que es bueno no me llaman de las fallas Especiales”, explica. Puche apunta también que puede que no sea el lugar más adecuado para tratarlos. “Es que hay temas que dan mucho respeto y es difícil mezclarlos con el humor“, recuerda.