El químico y oceanógrafo Antoni Ballester, pionero de la investigación española en la Antártida, ha fallecido en Barcelona a la edad de 96 años. Ballester luchó durante años para la creación de la primera base española, en la isla Livingston, pero pocos meses antes de ver cumplido su sueño sufrió un ictus que lo dejó paralizado. Su discípula Josefina Castellví asumió entonces el mando.

Ballester (Mont-roig del Camp, 1920) se licenció en Química en la Universidad de Barcelona. Tras varios años de investigación en Venezuela, en 1964 ingresó en el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, dependiente del CSIC, que por aquel entonces se llamaba Instituto de Investigaciones Pesqueras.

En 1966 fue convidado por el Instituto de Ciencias Naturales de Bélgica para participar en una campaña antártica. Fue su primera visita al continente blanco. Durante el viaje desarrolló diversos experimentos para analizar y registrar datos de manera continua.

Invitado ahora por el Gobierno argentino, en 1984 regresó a la Antártida con el buque oceanográfico Almirante Irízar y en compañía de otros dos científicos del CSIC, también catalanes: Josefina Castellví y Marta Estrada. Dos años después, ahora en compañía de Castellví, Agustí Julià y Joan Rovira, regresó al continente blanco con una campaña oceanográfica polaca y montó un humilde campamento en el que izó la bandera española. Consistía en un laboratorio científico y un pequeño salón-comedor construidos con contenedores isotérmicos y aislados del suelo con bloques de cemento.

Ballester regresó a España y enseguida empezó a preparar la próxima campaña. Uno de los objetivos era mejorar el campamento y fundar una base reconocida internacionalmente. Sin embargo, la desgracia precipitó los acontecimientos. "Para negociar los temas científicos y técnicos, se marchó a Polonia donde sufrió un derrame cerebral muy grave que lo tuvo retenido en un hospital por más de un mes -escribió con posterioridad su amiga Castellví-. Las secuelas de este evento fueron tan grandes que se vio obligado a retirarse de la investigación".

Fue entonces cuando Castellví asumió la dirección. El 12 de enero de 1988 se inauguró finalmente la base Juan Carlos I.