Un tumor cerebral ha acabado hoy a los 64 años con la vida de Jaume Vallcorba, "padre" de las editoriales Quaderns Crema y Acantilado, y un alma libre que sólo publicó lo que le gustaba, desde los poemas de Ausiàs March a autores "olvidados" como Stefan Zweig e Imre Kertész o "jóvenes promesas" catalanas como Quim Monzó y Sergi Pàmies.

Aunque hace un tiempo que había trascendido el mal estado de salud de Vallcorba, la muerte del filólogo y ensayista, uno de los pilares de la edición en catalán de las últimas décadas, que será enterrado el lunes en Barcelona, ha provocado una fuerte conmoción en el ámbito cultural catalán.

El conseller de Cultura, Ferran Mascarell, ha destacado su enorme labor editorial, un "gran ilustrado y humanista" que se caracterizó siempre, ha dicho, por su apuesta por la calidad y la excelencia.

También la directora de la Institució de les Lletres Catalanes, Laura Borràs, ha puesto énfasis en el "extraordinario rigor y la altísima exigencia profesional" que marcó siempre la trayectoria editorial de Jaume Vallcorba.

Quim Monzó, sin duda uno de los autores más asociados a la figura de Vallcorba, ha utilizado su cuenta de twitter para recordar al editor con unos vídeos de John Lennon, Elton John y Bryan Ferry, bajo el epígrafe "In memoriam Jaume Vallcorba".

Nacido en Tarragona el 21 de noviembre de 1949, Vallcorba estudió Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Barcelona, doctorándose en la Universidad de Barcelona con una tesis sobre Josep Maria Junoy y las primeras vanguardias europeas.

Aunque se dedicó a la enseñanza durante unos años, en las universidades de Burdeos III, la de Barcelona o la Pompeu Fabra, en 2004 lo dejó para centrarse en su tarea como editor, iniciada en 1979 con la puesta en marcha de Quaderns Crema, donde dio a conocer las "Poesies" de Ausiàs March, y "El Preludi", del ibicenco Antoni Marí.

Estos dos títulos apuntaban uno de sus retos: presentar autores clásicos en ediciones nuevas e incorporar nombres capitales en el ámbito catalán, pero al margen de las corrientes dominantes del momento.

Esta editorial sirvió además de plataforma a nuevos autores, lo que ocurrió claramente con Quim Monzó, Sergi Pàmies, Ferran Torrent y Empar Moliner, y publicaba también firmas clave de la literatura universal como Montaigne, Kafka, Lord Byron, Poe, Chejov, Zweig o Kertész.

Veinte años después fundó Acantilado para recuperar en castellano autores clásicos como Aristóteles y Diderot con un catálogo que también fue incorporando a Apollinaire, Chesterton, Nadine Gordimer, Hermann Hesse, Fernando Pessoa o Roberto Bolaño.

Vallcorba respondió a lo largo de su vida a un perfil muy concreto de editor y las circunstancias vividas en los últimos tiempos por sus colegas de Anagrama y Tusquets lo habían convertido en el último mohicano de los editores independientes españoles.

"El editor ha de saber callar y no hacerse demasiado visible. Debe hacer a menudo lo que en teatro se decía 'el mutis por el foro', porque la humildad es fundamental", advertía Vallcorba a los editores futuros.

Entre su producción personal destacan "Pàrking de les feres", del año 1974; los libros de poemas "Onades i estels", de 1974; "A l'hivern preus especials", de 1976, y "Postals", de 1981, así como "Lectura de la Chanson de Roland".

Al contrario que ha sucedido en otras ocasiones, Vallcorba recibió todos los reconocimientos posibles en vida del sector, en la Feria de Libro de Guadalajara (México) que le concedió el reconocimiento al mérito editorial en 2010; y de las administraciones: Premio Nacional a la mejor labor editorial del Ministerio de Cultura (2002) y la Medalla de Oro al Mérito Cultural del Ayuntamiento de Barcelona.

Su última intervención pública fue durante la entrega de los premios Nacionales de Cultura de la Generalitat, en junio de 2014 en Santa Coloma de Gramenet, donde, acompañado de su mujer Sandra Ollo, subió al escenario para recoger el galardón pronunciando, emocionado: "recibir hoy este premio es para mi un honor y un orgullo. Os doy las gracias".

La delicada salud le impidió participar unos días más tarde, el 1 de julio, en la lección final del máster de Edición de la Universidad Pompeu Fabra, pero su mujer, Sandra Ollo, leyó un texto del editor que, tras su muerte, puede ser considerado su testamento profesional.