Agustín Comerón e Isabel Gost, comandante y primera oficial de la aeronave siniestrada de la compañía Swiftair, residían en Mallorca y eran dos apasionados de la aviación, dos veteranos con muchas horas de vuelo en su historial. Ambos habían trabajado para la compañía Spanair y tuvieron que rehacerse profesionalmente tras el ERE presentado por la empresa. El destino volvió a reunirles en la compañía Swiftair.

Agustín Comerón, 48 años, casado y con dos hijos, natural de Badajoz, tenía hace más de una década fijada su residencia en la isla. Vivía en una urbanización de Sa Cabaneta, núcleo rural del término de Marratxí, próximo a Palma. Tras el cierre de Spanair, no se resignó a quedarse en tierra y tras una intensa búsqueda laboral acabó pilotando en África el McDonnell Douglas 83 dedicado a las grandes rutas que tanto le gustaban.

Su mujer, Maite Vizcaíno, comercial de profesión y también extremeña de nacimiento, salió ayer un momento de su casa con sus hijos, y pidió a los medios de comunicación que respetaran su intimidad en estos momentos de dolor. La primera noticia sobre el accidente la recibió por teléfono cuando se encontraba en la cantina del aeródromo de Son Bonet, donde todo el mundo quedó conmocionado pese a que en esos momentos no se conocía el alcance de la tragedia.

Isabel Gost, de 40 años y natural de Sa Pobla, entró en Spanair en 1995 y fue planificadora de vuelos hasta su cierre. Durante el año que estuvo en el paro, montó en su pueblo la guardería Confit en un local próximo a su domicilio. Ya desde niña mostró interés por la aviación y formó parte de la primera promoción de mujeres de Son Bonet. Era una mujer muy conocida y apreciada en el pueblo, donde ayer sus allegados no podían contener las lágrimas. Los padres de Isabel recibieron en su casa el apoyo de muchos vecinos y familiares y también pidieron distancia a los medios informativos.

Asistencia psicológica

Los alcaldes de ambos municipios han estado en continuo contacto con las familias y se han prestado a ofrecer la ayuda que fuera necesaria. En sus domicilios también se personaron representantes de la compañía aérea, acompañados por psicólogos, cuando todavía no se tenía confirmación oficial de lo ocurrido y se albergaban esperanzas.

Luego se supo la terrible realidad. Además del piloto y la primera oficial, también eran españoles los tripulantes de cabina: el donostiarra Raúl Montero, los madrileños Miguel Ángel Rueda y Federico Cárdenas, y Rafael Gasanaliev, de origen ruso, aunque esta identidad estaba por confirmar.

Entre otras tragedias particulares del siniestro, ayer trascendió también la de la familia Reynaud, del sudeste de Francia, que perdió a 10 de sus miembros en el accidente. Otro caso que ha conmocionado a la sociedad francesa es de la familia franco-burkinesa Ouedraogo, procedente de Nantes, que perdió a siete de sus miembros.