Si algo existe, está en internet. Mejor dicho, si algo cabe en la imaginación de alguien, está en la red. En febrero del 2001, el FBI tuvo que desmentir la veracidad de una web que aseguraba que un gato podía quedarse en una miniatura viva tipo bonsái.

En diciembre de ese mismo año, tras los atentados del 11-S en Estados Unidos, corrió otro bulo que decía que los árabes habían envenenado los refrescos de Pepsi, y meses más tarde, que las latas de Coca Cola habían sido rociadas con orín de rata, según se podía leer en www.hoaxbuster.ciac.org.