El príncipe Felipe y Letizia Ortiz, que pasan el fin de semana en la capital catalana, apuraron ayer algunas de las horas que faltan para su boda para disfrutar del barrio de la Barceloneta. La pareja comió en el restaurante que se encuentra en lo alto de la torre del teleférico que une la playa de San Sebastián de la ciudad con la montaña de Montjuic en compañía de dos amigos británicos.

Allí, los novios reales disfrutaron de las imponentes vistas del mar y la ciudad de que dispone el comedor del Torre d´Alta Mar. La pareja hizo la reserva con otro nombre, por lo que su llegada fue una sorpresa incluso para los propios responsables del restaurante. El Príncipe y Letizia abandonaron el restaurante a las cinco de la tarde de forma discreta seguidos por una pequeña escolta para evitar llamar la atención. Los turistas extranjeros que hacían cola en el ascensor contiguo al del restaurante no pudieron ni sospechar que la pareja que paseaba ante ellos estaba compuesta por los futuros reyes de España.

Letizia siguió a Felipe hasta el vehículo en el que viajaban y que conducía el heredero personalmente, como tantos barceloneses que ayer, animados por el buen tiempo, abarrotaron de coches el paseo que lleva el nombre del abuelo paterno del Príncipe, Juan de Borbón.