Es la nueva fiebre del oro. Solo una semana después de que los primeros comercios de marihuana abrieran en Colorado el pasado mes de enero, las acciones de las empresas dedicadas a este negocio se dispararon en bolsa un 1.700%. Y a medida que nuevos estados aprueben una u otra forma de legalización, todo son previsiones boyantes para esta industria. Arc View Market Reserach, un grupo que aglutina a inversores del cannabis, prevé que genere 10.200 millones de dólares en el 2018 --de los 1.400 del 2013-- y crezca a un ritmo superior al del mercado global de los smartphones.

En medio de este clima, son muchos los que se han apresurado para aprovechar las oportunidades de negocio. En Colorado han aparecido nuevas empresas dedicadas al cultivo, a gestionar los inventarios o a extraer los ingredientes activos del cannabis para fabricar caramelos o vaporizadores. La competencia para abrir dispensarios se ha tornado feroz. Norml asegura que entre allí y Washington se han presentado 10.000 solicitudes. "La demanda es insaciable. Se está generando la misma locura que acompaña a cada nueva industria", decía recientemente a Business Week Bruce Perlowin, consejero delegado de Hemp Inc.

Pero hay quien ve en esta euforia la semilla de una nueva burbuja, semejante a lo que sucedió a finales de los 90 con las empresas tecnológicas. "Por naturaleza, la marihuana es una droga