Sobrecoge tanto la historia de su muerte como la de su vida.

A la persona que cuenta la historia de D. se le caen las lágrimas al explicar que, teniéndolo todo, le faltaba lo fundamental para vivir. Su madre, una prostituta de lujo que invirtió todo su dinero en el sector inmobiliario, le dejó cinco pisos en Barcelona en herencia al morir, en el año 2000.

Pero la persona que conoce con detalle la vida de esta joven asegura con toda certeza que necesitaba más las caricias y la presencia de su madre que tantos pisos. De hecho, desde 1996, cuando la niña tenía 10 años, estaba tutelada por la Dirección General de Atención a la Infancia y Adolescencia (DGIYA).

D., nacida hace 17 años en Melilla, se suicidó hace una semana en el centro de menores de Els Til.lers, dependiente de la Conselleria de Justícia, ahorcándose con una sábana atada a las rejas de la ventana. Al cuarto intento, la chica consumó lo que, en varias ocasiones anteriores, quedaron en flirteos con la muerte.

Fuentes conocedoras del caso explicaron que "el 7 de marzo intentó colgarse la primera vez y, en dos ocasiones anteriores, concretamente el 23 de febrero y el 4 de marzo, había bebido lejía". Las tres veces previas, según las mismas fuentes, fue dentro del centro de Els Til.lers. Unos datos que fuentes oficiales de la Conselleria de Justícia dijeron no poder confirmar por tratarse del "historial médico de una menor". Los argumentos oficiales pasan por corroborar que "la joven, en tratamiento psiquiátrico, estaba bien atendida en el centro".

Centros en entredicho

Pero otras fuentes no oficiales conocedoras del caso discrepan de que el cuidado sea el correcto. "Una persona que ha intentado tantas veces quitarse la vida y, al final, lo consigue, es posible que no esté muy bien atendida", argumenta esta fuente, para añadir: "En primer lugar, debería haber estado ingresada en un centro especializado porque lo que está claro es que ni funcionó la seguridad ni la prevención". El psiquiatra del centro, en sus últimos diagnósticos, había informado de que la muchacha se encontraba en un momento bueno dentro de su desequilibrio.

"Si hubiera recibido una atención más directa, si hubiera un centro especializado para enfermedades mentales, si no hubiera tanta masificación, quizá no hubiera sucedido este desenlace", plantea la misma fuente en un borbotón de posibilidades. Dice que se ha decidido a hablar para intentar que ningún adolescente vuelva a quitarse la vida en un centro. Y rememora el antecedente de febrero del 2003, cuando un joven de 17 años de nacionalidad marroquí se suicidó en el mismo centro.

La madre de D. se trasladó a Barcelona cuando la niña era pequeña y la dejó en Melilla, al cuidado de su abuela. Pero abuela y nieta, años después, se trasladaron a Barcelona, donde vivieron, en el barrio del Raval, en el piso que tenía la madre de la niña. También vivió con ellos un tío de la menor, el que ahora administraba sus bienes hasta que ella cumpliera los 21 años y que era su único vínculo familiar.

Ausencias

Precisamente, ella llamó, ilusionada, a su tío hace poco. Pero él no acudió. D., como todos los jóvenes internados por la comisión de algún delito en el centro de menores de Els Til.lers, estaba entusiasmada con la jornada de puertas abiertas para familiares que, hace unos meses, autorizó la dirección.

Se trataba de incentivar a los muchachos que habían alcanzado lo que los técnicos llaman "fase finalista". A ella también le quedaba poco tiempo para salir. Concretamente, en octubre acababa de cumplir los 12 meses internada.