La destrucción amenaza otra vez a Florida desde el cielo. Jeanne , el cuarto huracán de la temporada que ha inundado de muerte y desolación Haití y que ayer por la mañana azotaba con intensidad las Bahamas, estaba previsto que llegara por la noche a un estado fustigado en las últimas seis semanas por otros tres huracanes: Charles , Frances e Iván .

Casi tres millones de personas en nueve condados de la costa este han recibido un llamamiento a la evacuación, 800.000 de ellas con carácter obligatorio. Para el resto, se trata de una recomendación. La desesperación es tal que hasta el gobernador, Jeb Bush, que el viernes declaró el estado de emergencia en la costa, ayer se confesó "frustrado y cansado" de la furia de la naturaleza.

"Sé que la gente está frustrada y cansada de todo esto. Créanme, su gobernador también lo está", dijo el hermano del presidente de EEUU. El jefe de la Casa Blanca visitó el estado tras el azote de los anteriores huracanes, que causaron 70 muertos y pérdidas multimillonarias. Sus viajes son algo más que un gesto solidario: Florida fue clave en su elección en el 2000 y puede serlo también en las próximas presidenciales.

PODER DESTRUCTOR La política, sin embargo, ayer era probablemente lo que menos preocupaba a los habitantes de Florida. El Centro Nacional de Huracanes subió la categoría del Jeanne hasta el tercer grado de mayor intensidad y peligrosidad a las 11 de la mañana y, conforme avanzaba hacia la península, sus vientos alcanzaron 185 kilómetros por hora. Este huracán, además, puede aumentar su poder destructor, dado que los tres anteriores ya han saturado mucho el terreno y han debilitado muchas de las estructuras, que pueden verse así más afectadas.

Las evacuaciones también se presentan más complicadas. Una razón es la celebración del Yom Kippur, la fiesta judía en la que los fieles no utilizan aparatos eléctricos, lo que hace temer a las autoridades que muchos judíos no hayan escuchado las órdenes de evacuación.