El juicio de un hombre de 74 años, su esposa, sus hijos y sus cónyuges, acusados de haber impuesto durante años violaciones incestuosas a los niños de la familia, comenzó ayer a puerta cerrada en el tribunal de Agen, en el suroeste de Francia.

En la sala no estaban presentes todos los niños, once en total, que fueron víctimas de esos abusos, algunos de los cuales aún son menores. Un adolescente de 16 años rompió la ley del silencio del clan familiar y contó a los gendarmes los abusos sexuales que le imponían sus abuelos, sus padres, sus tíos y sus tías.

El mismo había sido condenado por violar a su hermana pero nunca había contado nada de su propia historia. En septiembre de 2001, reveló finalmente que su abuelo le violaba desde que tenía cinco años.

Según la investigación policial, el patriarca familiar, un agricultor de la región, obligó a mantener relaciones con él a sus cuatro hijos desde muy pequeños y después a sus nietos, con la activa participación de su esposa en las sesiones. Convertidos en adultos, los hijos a su vez violaron a sus propios descendientes junto con sus esposas y maridos, prácticas iniciadas cuando los menores contaban con unos meses.