Emmanuel Macron ha hecho de la igualdad entre hombres y mujeres el gran proyecto de la legislatura. A finales del 2017 se comprometió a mejorar la atención a las víctimas de la violencia de género y a reforzar el arsenal represivo para atajar una lacra, que en Francia se ha cobrado en lo que va de año la vida de 75 mujeres a manos de sus parejas o exparejas. En España, la cifra alcanza ya en este 2019 los 28 asesinatos, 1.004 desde el 2003, año en que empezó a llevarse un registro oficial de víctimas.

La última mujer asesinada en Francia, de 31 años, murió estrangulada el pasado sábado mientras en la plaza de la República de París entre 1.200 y 2.000 personas convocadas por grupos feministas y asociaciones de familias de víctimas reclamaban al Gobierno medidas urgentes e inmediatas. A pesar del compromiso del presidente francés, nada ha cambiado en este tiempo y el propio Macron admitió en las redes sociales que «la República no ha sabido proteger» a esas mujeres.

«Ahora tiene que pasar de las palabras a los actos», afirmaba Anne Cécile Mailfert, presidenta de la Fundación de las Mujeres, que pone constantemente a España como modelo a seguir en la lucha contra la violencia machista. La activista mencionó, en primer lugar, la ley integral contra la violencia de género aprobada en el 2004. «Entiendo que se diga que es insuficiente, porque las mujeres siguen muriendo y siguen siendo violadas, pero en Francia estamos aún más lejos. Por eso cito a España como ejemplo, para demostrar que es posible hacerlo mejor», explicaba a este diario al término de la concentración celebrada en París.

Mailfert quiere que el Ministerio del Interior francés convoque a los prefectos de Policía para que no se rechace ni una sola denuncia presentada por una mujer maltratada, sobre todo teniendo en cuenta que, según sus datos, el 81% no se atreve a cruzar la puerta de una comisaría. «Tenemos leyes que policías y jueces no aplican. Están obligados a proteger a las mujeres, hayan sido o no formados en violencia conyugal, pero entre los grandes discursos que escuchamos en la tele y la realidad hay un abismo dramático. No es normal que a muchas se les diga que vuelvan a su casa», sostenía.

MEDIDAS DE PROTECCIÓN

Ante la presión creciente de diferentes colectivos, la ministra de Justicia francesa, Nicole Belloubet, se ha comprometido a permitir el uso del brazalete electrónico antes de que el maltratador haya sido sentenciado y a multiplicar medidas de protección como las órdenes de alejamiento, la prohibición de llevar armas, el traslado a casas de acogida y la custodia de menores. «En Francia emitimos 3.000. En España, donde el sistema es más fluido, son más de 10.000 órdenes al año», ilustró la ministra en la cadena BFMTV.

También la secretaria de Estado de Igualdad, Marlène Schiappa, anunció recientemente la creación de un grupo de trabajo integrado por representantes de ministerios, asociaciones, servicios públicos y familias de víctimas para abordar este asunto el 3 de septiembre.

El objetivo es adoptar medidas más eficaces y adaptadas al terreno, así como poner en marcha una campaña de sensibilización y una consulta ciudadana. Schiappa no habló de aumentar el presupuesto -de 79 millones de euros, pese a que el Consejo Superior de Igualdad cifra las necesidades en 500 millones- como reclaman muchas asociaciones, escépticas con el anuncio de la secretaria de Estado.

ANCLADO EN LA SOCIEDAD

«No es una cuestión de dinero. Es algo anclado en lo más profundo de la sociedad francesa», subrayó en la emisora RTL Gilles Le Gendre, presidente del grupo parlamentario de La República en Marcha en la Asamblea Nacional. Sin embargo, el colectivo feminista Nous Toutes (Todas nosotras) se pregunta cuántos recursos se destinarán a luchar contra la violencia machista y lamenta que no se adopte ninguna medida hasta septiembre y que el presidente no lidere una movilización general.

«Macron habla mucho y hace poco», subrayó Annie Lahmer, una de las ocho mujeres que en el 2016 denunció por acoso sexual al diputado ecologista y vicepresidente de la Asamblea Nacional Denis Baupin, un caso que puso el foco en el machismo corriente en la clase política.

POCA «POTENCIA»

Lahmer afirmó que sería preferible ver lo que se hace en España en lugar de organizar un grupo de trabajo. «Aun con todos sus defectos, es mejor que lo que se hace aquí. Cuando veo en las calles a miles y miles de españolas manifestándose, me digo: ‘¡Qué felicidad!’. Nosotras no somos tantas», añadió la activista.

Elisa, miembro de la Asamblea Feminista de París y de Marea Granate, compartía su diagnóstico sobre el buen momento que vive el feminismo en España. «Siempre es feo hacer comparaciones, pero la potencia de los movimientos feministas en España es muy superior. Francia se ha quedado muy corta. Quizá el 15-M dio un balón de oxígeno a los movimientos sociales y reivindicativos, mientras que en Francia la lucha feminista se ha consolidado poco desde la década de los 70», señaló a este periódico.

Mailfert también admitió que Francia se encuentra muy rezagada en ese terreno actualmente. «La movilización de las españolas es espectacular. En Francia hay mucha sensibilidad, pero no existe la capacidad para organizar una huelga como se hizo en España el pasado 8 de marzo. Esperamos estar algún día a la altura de nuestras hermanas españolas».