El Gobierno francés acelera su cruzada contra el cambio climático y se ha propuesto terminar en 20 años con la comercialización de los coches más contaminantes. El objetivo es poner fin a la venta de vehículos diésel y gasolina de aquí al 2040. Se trata de una «verdadera revolución», en palabras del ministro de Ecología, Nicolas Hulot, que ayer presentó en rueda de prensa su plan para traducir en hechos los compromisos del Acuerdo del Clima de París. Hulot considera que se dan las condiciones para llevar adelante semejante cambio porque, para empezar, la propia industria del automóvil se orienta en este sentido. Además, se trata de una cuestión de salud pública. Sin embargo, admitió que el camino será duro.

Para incentivar la transición hacia el coche híbrido o eléctrico, anunció una «prima» especialmente destinada a las rentas más bajas que facilite el cambio de un coche diésel matriculado antes de 1997 o de gasolina anterior al 2001 por otro menos contaminante, nuevo o de segunda mano. Lo que no detalló fue el importe de las ayudas.

Otro proyecto del ministro es corregir en diez años los problemas de aislamiento en los edificios y erradicar la precariedad energética que padecen casi 5 millones de hogares, según el Observatorio Nacional de la Precariedad Energética (ONPE). A ese capítulo se destinarán 4.000 millones en 5 años.

EL FIN DE LAS ENERGÍAS FÓSILES / En la hoja de ruta ecológica del Gobierno francés hay más medidas. El Ejecutivo recurrirá a la vía fiscal para aumentar los impuestos al CO2. Hulot revisará al alza la tasa de 100 euros por tonelada de CO2 en el 2030 (hoy de 30,50 euros) que contempla la actual ley de transición ecológica. Además, de aquí al 2022 Francia dejará de producir energía a partir del carbón, principal fuente de emisiones de CO2.