Grecia parece sumida irremediablemente en la desgracia. Por si no tuviera suficiente con ser uno de los principales escenarios donde cobra forma la tremenda crisis humanitaria de los refugiados, también el fuego se está cebando con el país desde la noche del lunes. Al menos 74 personas han muerto y en torno a 187 han resultado heridas como consecuencia de los numerosos incendios que están asolando los alrededores de Atenas y, en menor medida, otros parajes del país, sobre todo en la zona de Corinto, en el Peloponeso, así como en la isla de Creta.

Hay decenas de desaparecidos y las autoridades temen que el número de afectados sea sensiblemente mayor. Muchas de las víctimas mortales son familias que fueron halladas en un último abrazo antes de morir carbonizadas por las llamas. Otros no corrieron una suerte mejor, dejándose la vida precipitándose desde los acantilados donde acababan en su huida desesperada del fuego.

Especialmente dantesco fue el caso de Mati, pequeña ciudad costera situada a 29 kilómetros al este de Atenas que amaneció ayer reducida a cenizas, tras un incendio que solo aquí causó 26 muertos. En la popular localidad de vacaciones para los griegos reinaba ayer un silencio desolador, entre esqueletos de vehículos y animales calcinados.

CASI 50 FOCOS SIMULTÁNEOS

Las rachas de viento superiores a los 100 km/h y el hecho de que los incendios arden o han ardido en hasta 47 focos simultáneos dificultan notablemente las tareas de control y extinción, según informó el Gobierno de Alexis Tsipras, que ha decretado tres días de luto oficial. Pese a que el Ejecutivo no se ha pronunciado oficialmente, gana enteros la sospecha de que muchos de esos fuegos han sido intencionados o al menos ocasionados por conductas negligentes. El desastre ya supera las trágicas cifras que el país helénico registró hace ahora 11 años. En el 2007, 64 personas fallecieron en un dramático verano de incendios. Y eso que no pocos fuegos aún no han sido controlados.

No está nada claro cuántas personas permanecen desaparecidas, pero los guardacostas están intensificando las tareas, al mismo ritmo que bomberos y sanitarios, mientras los hospitales militares permanecen en alerta máxima. Según fuentes de los servicios de emergencias, una de las víctimas mortales es un bebé de seis meses que murió por inhalación de humo. «Estamos haciendo todo lo humanamente posible para lidiar con los fuegos. El mayor problema que tenemos es que los incendios son simultáneos», dijo Tsipras. El dirigente puso punto final precipitadamente al viaje oficial a Bosnia y Herzegovina, donde se encontraba, declaró el estado de emergencia en la región de Atenas y pidió ayuda a los países vecinos.

La mayoría de incendios se declararon en varias localidades al noreste y noroeste de Atenas, donde muchos de sus habitantes huyeron en dirección al mar. La mayoría de ellos fueron rescatados: los guardacostas y otros barcos evacuaron a casi 700 personas en el litoral y además sacaron del mar a otros 19 supervivientes, posteriormente trasladados a enclaves seguros, lejos del alcance de las llamas. También sacaron al menos media docena de cadáveres del agua. Entre ellos había un niño. «Los cambios constantes del viento hacen imposible escapar. Las cenizas cubren la tierra, coches y árboles. Cerramos nuestras casas para evitar que el humo y el fuego entren antes de marcharnos», explicó un residente de la zona al diario griego Ekathimerini.

La situación de emergencia obligó a suspender el tráfico aéreo durante algunos periodos en Atenas. Theo Mauroidis, un estudiante de Arquitectura que regresaba a Grecia ayer desde Francia, fue testigo del dramático escenario poco antes de que se adoptaran las restricciones, en torno a las siete de la tarde. «Desde el avión sobrevolamos los fuegos de la región de Ática y los más próximos al aeropuerto, y todo era un inmensa humareda que apenas permitía la visibilidad. Al aproximarnos a las nubes de humo se produjeron turbulencias y rachas de viento tan intensos que hasta desviaban al avión de la pista de aterrizaje», relató Mauroidis.

ESPECULACIONES

Pese a que por el momento no hay una versión definitiva sobre el origen de los 47 fuegos oficialmente declarados desde el lunes, los primeros indicios apuntan a que, al menos en el caso de la región capitalina de Ática, la mano del hombre está tras muchos de ellos.

Mientras cunde el desespero, también las especulaciones van en aumento. En una zona montañosa al oeste de la capital griega, las llamas arrasaron un bosque protegido donde justamente el año pasado diversas empresas trataron de construir minas de bauxita, que prolifera por esa área, encontrándose con la firme negativa de las autoridades. Y entre la ciudadanía arrecian las sospechas porque casi cada año la mayoría de los fuegos más virulentos se producen en espacios donde la tierra tiene un alto valor económico.