El mal tiempo vuelve a azotar a Italia. Tras la sequía y la intensa ola de calor del verano, la península transalpina sufrió ayer un violento temporal de agua y fuertes ráfagas de viento huracanado que provocó numerosos daños y puso fin a la vida de siete personas al menos, según el último balance divulgado por las autoridades italianas.

La tormenta, que se desarrolló desde las primeras horas de la madrugada del domingo, golpeó con fuerza a las regiones de Liguria y Toscana, especialmente a la ciudad de Livorno. Durante la noche, sobre esta localidad «cayeron más de 250 milímetros de agua en dos horas», explicó la Protección Civil de Toscana. Tanto este organismo, como los Bomberos y el Ejército, atendieron decenas de llamadas, en tanto se declaraba el estado de calamidad para agilizar las operaciones de ayuda a los afectados.

Cuatro personas que se encontraban en el sótano de un palacete fallecieron como consecuencia del desborde de un pequeño torrente adyacente que inundó las primeras plantas del edificio.

«Muchas familias fueron literalmente arrasadas por las aguas […] el número de los muertos podría aumentar», explicó, desconsolado, el alcalde de Livorno, Filippo Nogarin, para luego añadir una crítica. «Las informaciones metereológicas que nos transmitieron no lo habían previsto. No estábamos preparados», dijo.