El perfil genético de las miles de personas que en los años 80 consumieron aceite de colza adulterado determinó que unas enfermaran o murieran y otras superaran el tóxico sin graves consecuencias. Esa es la conclusión a que han llegado científicos del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (Idibaps-Csic), adscrito al Hospital Clínic de Barcelona, que han analizado a 86 personas que consumieron el aceite, 40 de ellas afectadas por el síndrome del aceite tóxico (SAT).

Una proteína llamada haptoglobina, encargada de transportar la hemoglobina por la sangre, es la que determinó esas diferentes repercusiones, explicó ayer Joaquín Abián, responsable de espectometría de masas en el Idibaps. La haptoglobina se expresa en la sangre con distintas codificaciones genéticas: puede hacerlo en tres alelos (variantes genéticas): el alelo 1, que lo hace en las formas 1s y 1f, y el alelo 2. Esos alelos están presentes con distinta intensidad en la sangre de cada individuo.

La investigación, que publica la revista Proteomics , demuestra que el alelo 1f protege frente al SAT y que menos de un 25% de quienes lo tenían en abundancia enfermaron tras consumir el aceite. En cambio, un 60% de los portadores del alelo 1s sufrieron la intoxicación.

SIGUE EN ESTUDIO Pese a que han pasado 23 años desde que se detectó el envenenamiento, numerosos grupos de investigación siguen tratando de determinar qué es lo que ocurrió. El doctor Emili Gelpí, director del Idibaps-Csic y presidente del comité de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el estudio del SAT, explicó que se ha creado una seroteca con muestras de sangre de los afectados y un banco de tejidos. También está a punto de concluir la investigación sobre la composición química del aceite.

La intoxicación por aceite de colza fue detectada el 1 de mayo de 1981 y afectó a 20.195 personas, de las que murieron 339.