La crisis económica ha provocado que haya toda una generación perdida a causa de la pobreza. Es la que los expertos denominan "generación recesión", que solo han conocido la precariedad. Son los actuales jóvenes que no han tenido otra cosa que privaciones en todos los ámbitos: no van a las colonias con su escuela, el cine les resulta prohibitivo, no realizan actividades de ocio con sus padres porque estos o están en paro o se dedican a trabajar para malvivir y no tienen tiempo ni dinero para todo lo que sea lúdico, afectivo y educacional. Chavales que han nacido o han crecido cuando comenzó la recesión en España y todavía están inmersos en ella: 2,2 millones de menores. A remendar esta situación han ayudado bien poco las continuadas rebajas en políticas de infancia: Cataluña solo destina (0,8% del PIB), España (1,3%) y Europa (2,4%).

Mercè Darnell, adjunta de Acción Social de Cáritas Barcelona, aclara: "La pobreza infantil no existe, lo que hay es pobreza familiar, demasiados padres que no llegan a fin de mes. Si hay un niño que lo pasa mal, sus progenitores lo pasan cuatro veces peor". Y concluye: "Si queremos solucionar el problema tenemos que diagnosticarlo bien, poner el foco en la atención a los padres". El psicólogo social Jaume Funes redunda en este análisis:"Los niños cuyas familias viven con privaciones, padecen la pobreza de los padres". Lo único que hereda esta infancia vulnerable es la pobreza. El 85% de los chavales pobres son hijos de padres que también lo eran, según datos de Save the Children.

POCO TIEMPO PARA ABRAZOS

¿Qué es la pobreza en la infancia? La falta de recursos en España no tiene nada que ver, por supuesto, con la de los países en vías de desarrollo. Aquí no hay niños abandonados ni hambruna. Hay, sin embargo, otras carencias. Funes desmenuza cuáles. Ser un menor pobre en España es, asegura, disfrutar poco tiempo de tu padre y de tu madre porque tienen que dedicarse a sobrevivir con trabajos precarios y jornadas largas, son gente que no tiene tiempo para los abrazos. Es también renunciar a llevar a tus hijos a la guardería porque no puedes pagarla. "Sin recursos económicos privas al niño de relaciones sociales, del aprendizaje mediante el juego. Le obligas a estar solo, a ir de mano en mano para que lo cuiden", afirma Funes. En definitiva, es frenar el desarrollo psicomotriz porque sin estímulos no es posible. Darnell señala, además, el efecto dañino de la pobreza en las emociones, ya que un menor pobre está marcado por la angustia que vive en casa, por el sufrimiento de sus padres ante la falta de dinero. "La vida familiar está enfocada en cómo llegar a fin de mes, en emplear la energía en sobrevivir", concluye.

EL DRAMA DE IR DE COLONIAS

La pobreza en la niñez provoca que los chavales se sientan diferentes y, además, no entiendan el por qué. Les es difícil imaginar el futuro, ven peligrar sueños y no saben ponerle fecha a deseos infantiles tales como ¿cuándo tendré una bicicleta? Para ellos es incomprensible no poder hacer lo mismo que sus colegas.

Funes aporta un testimonio. Hace unos días asistió a la proyección de un documental realizado por alumnos de 6º de Primaria de una escuela de Badalona. El corto reflejaba el drama de un niño que sus padres no podían pagarle las colonias del colegio y cómo este hecho provocaba el aislamiento del chaval de sus compañeros. "A veces se prefiere pasar hambre y no ser una persona miserable" concluye el psicólogo.

Una infancia sin recursos es, además, carecer de una dieta equilibrada y variada; por no tener una vivienda digna y estar aislado en una habitación de alquiler y en ser candidato al fracaso escolar porque "vivir en malas condiciones no permite rendir en el colegio", señala la experta de Cáritas.

Un estudio realizado por los sociólogos Xavier Martínez-Celorrio y Antoni Marín Saldo revelaba que "el 40% de los catalanes pertenecía a una clase social inferior a la de sus padres”. El retrato de la infancia en España llevó a Andrés Conde, director general de Save the Children a declarar: "España no es país para niños".