La sonda espacial Genesis , que regresaba a la Tierra después de tres años de trabajo y 32 millones de kilómetros recorridos, quedó destrozada ayer por la tarde al estrellarse con violencia sobre un terreno desértico del estado de Utah (EEUU). La NASA había previsto un final digno de Hollywood, pero el resultado fue un fracaso estrepitoso: por culpa de un problema en los paracaídas, que no se abrieron, el ingenio metálico cayó incontrolado, convertido en un meteorito, y dando vueltas sobre su eje. Los dos helicópteros que debían capturar la sonda antes de que cayera al suelo no llegaron ni a intentar la pirueta.

Personal de la NASA se dirigió de inmediato al lugar. La agencia espacial tenía previsto informar del suceso más tarde, en la madrugada de hoy en España, pero parece que las muestras recogidas durante la misión, un tesoro científico, sufrieron daños irreparables. La cápsula, que formó un cráter y quedó semienterrada, tiene "enormes desperfectos", dijo Chris Jones, jefe de exploración del sistema solar en el Jet Propulsion Laboratory: "Esperamos poder determinar la causa del accidente. Y también debemos comprobar si se puede recuperar el contenido científico".

PRIMERA VEZ La sonda había recogido durante su misión unos pocos miligramos de viento solar, partículas cuyo estudio, según decían los científicos, iba a servir para comprender el proceso de formación de nuestro sistema. El material iba a ser depositado en un contenedor especial, a prueba de cualquier contaminación, y luego iba a ser trasladado para su análisis en Houston. Aunque los cohetes Apollo regresaron a casa con varios kilos de rocas lunares, era la primera vez que se intentaba traer material desde más allá de la órbita terrestre.

Las cámaras de la NASA permitieron seguir en directo el momento final del descenso. La reentrada en la atmósfera fue puntual, a las 17.55, hora española. Los problemas vinieron después. El primer paracaídas, destinado a equilibrar el descenso, debía activarse cuando la sonda se hallara a 33 kilómetros de altura; el segundo, en forma de parapente, se abriría seis minutos después y provocaría que la sonda espacial empezara a planear. Pero no sucedió ni una cosa ni la otra: la Genesis cayó dando tumbos.

Los dos helicópteros se elevaron al recibir la confirmación de la entrada en la atmósfera, pero no llegaron a intentar la captura. Habían sido equipados con un mástil que debía anclarse en el parapente, asir la cápsula y posarla suavemente en tierra. Había tiempo suficiente para que los dos pilotos, especialistas de vuelos acrobáticos en Hollywood, lo intentaran cinco veces. La NASA había previsto incluso un fallo humano --es decir, que fracasara la pirueta circense y que la sonda impactara sobre el suelo a una velocidad moderada, unos 30 km/h--, pero no había imaginado que la caída fuera como realmente fue: a 160 km/h.

La sonda fue lanzada en agosto del 2001 con el objetivo de que se dirigiera a Lagrange L1, un punto donde las atracciones gravitatorias de la Tierra y el Sol se compensan. Allí, Genesis desplegó sus receptáculos especiales, y captó las partículas de viento solar. Ayer los perdió.