Un equipo de investigadores de la Academia China de Ciencias ha conseguido que dos ratones del mismo sexo puedan tener descendencia biológica. Es decir, que dos ratones hembras y dos ratones machos lograran tener hijos con la carga genética de ambos progenitores. Un logro, publicado ayer en la revista Stem Cell, que ha sido posible mediante la combinación de técnicas de edición genética y uso de células madre modificadas.

«Estamos ante un avance científico importante», ratificó Gemma Marfany, investigadora del departamento de Genética de la Universitat de Barcelona y experta independiente no vinculada a este nuevo estudio. «Pero no por lo que han conseguido -que ya se había logrado con más o menos éxito en investigaciones anteriores- sino por la técnica que han utilizado», añadió la científica.

Para lograr el nacimiento de esos ratones hijos de dos padres del mismo sexo, los investigadores seleccionaron las regiones del cromosoma que tan solo deben expresarse cuando son heredadas por parte de padre o madre y a partir de ahí crearon un embrión viable. Según explicó Marfany, de esta manera también se ha logrado determinar la relevancia de la información epigenética para la reproducción, en la formación de óvulos y espermatozoides viables y en el desarrollo del embrión.

EL MÉTODO / En el mundo de los mamíferos, cada individuo cuenta con la carga genética de ambos progenitores. Pero contrariamente a lo que podríamos pensar, no todo el material que aportan los padres contribuye de la misma manera al desarrollo.

En algunas ocasiones, hay información que tan solo puede aportarla la madre y, en otras, tan solo el padre. En el campo de la genética, este proceso es conocido como impronta genómica.

Este ha sido, hasta ahora, el gran reto que planteaba la reproducción de dos individuos del mismo sexo. Si ambos padres y madres aportan el mismo material genético, ¿cómo se desarrolla la impronta genómica que contribuye al desarrollo de un individuo sano? Para hacer frente a este reto, este equipo de investigadores ha combinado técnicas de edición genética con el uso de células madre.

Un nuevo método que, de acuerdo con los investigadores, ayudaría a «superar la barrera biológica» que impide la reproducción de mamíferos del mismo sexo.

Si bien es cierto que estamos ante un avance científico importante, los investigadores advierten que esto no significa que en un futuro próximo podamos replicar este mismo proceso en humanos. «Este estudio no plantea directamente que en un futuro las parejas del mismo sexo puedan tener hijos biológicos. Como mucho podemos decir que abre nuevos caminos para la investigación», comentó Gemma Marfany.

«Hay que tener en cuenta que para esta investigación se han sacrificado más de 200 embriones para poder conseguir un individuo sano. Y aún así, los investigadores no tenían garantías de que estos nacieran bien. Cuando llegue el momento de estudiar esta técnica en humanos, ¿estaremos dispuestos a sacrificar los mismos embriones para conseguirlo? Más aún teniendo en cuenta que como se les ha borrado regiones cromosómicas importantes, estos individuos van a tener problemas graves de fertilidad», reflexionó la investigadora.

Pero más allá de estos obstáculos científicos, el gran debate alrededor de estas técnicas es principalmente ético. Según explicó la filósofa moral Catia Faria (Universidad de Minho, Portugal), este proceso podría contribuir a «privilegiar las conexiones genéticas por encima de otras formas de parentesco». Por otro lado, Faria añadió: «La decisión de usar o no estas tecnologías estará evidentemente condicionada por aspectos socioeconómicos, por lo que también presenta un gran potencial para exacerbar las desigualdades sociales ya existentes».

EXPERIMENTACIÓN ANIMAL / «También es importante remarcar un aspecto normalmente ignorado en la ecuación: el impacto de la tecnología en los demás animales de otras especies, en particular, en aquellos que son utilizados en experimentos», reflexionó Faria. Núria Almirón, codirectora del Centre for Animal Ethics de la Universidad Pompeu Fabra, añadió: «¿De verdad vale la pena hacer sufrir un animal sin que tengamos ninguna garantía de que esto pueda servir de algo?» La investigadora recordó que en muchos lugares del mundo (incluso China, donde se ha realizado esta investigación) este tipo de experimentos se llevan a cabo sin salvaguardar el bienestar de los animales.

«El problema viene cuando el único objetivo es el progreso, por lo que todo debate ético es eliminado con tal de colgarse la medalla de un avance», concluyó Almirón.