El primer ministro francés, Edouard Philippe, anunció ayer la organización de un concurso internacional de arquitectura para reconstruir la aguja de Notre Dame que se desplomó este lunes en medio de las llamas que devastaron la catedral. El certamen servirá para decidir si será idéntica a la que concibió Viollet le Duc en el siglo XIX o si se dota a la iglesia de una nueva «adaptada a las técnicas y retos» de la época actual.

A la salida de un Consejo de Ministros dedicado exclusivamente a la rehabilitación de un monumento que visitaban cada año 13 millones de personas, Philippe informó de que el Gobierno aprobará la próxima semana un decreto ley para dar cobertura legal y garantizar la transparencia en la gestión de los donativos destinados a sufragar una obra colosal.

El presidente francés se ha dado cinco años para que Notre Dame renazca de sus cenizas, un «imperativo colectivo» que Philippe no vinculó a la celebración de los Juegos Olímpicos en París en el 2024. Algunos expertos califican ese periodo de muy corto para acabar la reconstrucción.

UNIR ESFUERZOS

El Ministerio de Cultura creará una agencia específica para coordinar la realización de las obras junto a los departamentos de Economía y Trabajo. Arquitectos, ingenieros, artesanos y restauradores serán, ha dicho Philippe, «el brazo armado» de la reconstrucción.

El primer ministro, que no dio cifras sobre el coste del proyecto, ha prometido que el Gobierno estará al lado de todos los ciudadanos, empresas, artesanos, instituciones públicas, representantes religiosos y representantes locales y nacionales que quieran «unir esfuerzos» para levantar Notre Dame.

«Si el heroísmo de los bomberos ha permitido evitar la catástrofe, los daños son espantosos y el incendio permanecerá en nuestra memoria y la de las generaciones futuras», apuntó ayer después de que Emmanuel Macron presidiera en el Elíseo una reunión con los titulares de los ministerios directamente afectados por las labores de rehabilitación así como la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, y el arzobispo de París, Michel Aupetit.