Las carmelitas de la Caridad Vedruna en Ceuta llevan casi 15 años rescatando a subsaharianos llegados en pequeñas pateras a la costa ceutí. También a los que saltan la verja o a los que se tiran directamente al mar y alcanzan a nado la playa española. "¡Mamá Paula ha dado sentido a mi vida!", exclama a este diario la joven Mariam, de Guinea Conacry, interna del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). Y es que la religiosa Paula representa eso. Una madre para todos los subsaharianos que llegan a su asociación, Edín, buscando no un plato de comida o un techo para dormir, sino el calor de una familia.

"En nuestra casa les acogemos y les atendemos como ciudadanos. Su dignidad está garantizada. ¡Eso es lo más importante: la dignidad!", señala la religiosa. A sus oídos llegan miles de historias de lucha, de ternura, de dolor, de incomprensión y de muerte, y por ello solo guarda palabras de indignación tras el drama ocurrido el pasado 6 de febrero, cuando fallecieron 15 personas ahogadas.

Tarajal

Con lágrimas en los ojos, manifiesta: "La tragedia de Tarajal se podía haber evitado". Y tras unos segundos añade: "La Guardia Civil está para ayudar a la gente y la actitud ha sido la contraria. ¿Cómo se pueden tirar bolas de goma contra personas que no saben nadar y que con esfuerzo intentan llegar a la orilla? Cualquier dificultad provoca su muerte".

Para la madre Paula, la solución a la inmigración no pasa por prolongar espigones o colocar más concertinas en la verja, sino "por el respeto de la ley para luego hacer justicia y por el respeto de los derechos humanos". "Mira, no se pueden poner puertas al hambre, ni a la guerra --reflexiona--. Estas personas huyen de la muerte".