La organización ecologista Greenpeace pidió ayer al nuevo Gobierno mano dura contra los productos transgénicos, al tiempo que denunció que España se ha convertido desde 1998 en "la puerta de entrada trasera" a la Unión Europea de organismos modificados genéticamente y el único país del continente que los produce con fines comerciales. La reivindicación fue formulada en Cartagena en el buque MV Esperanza, que en los próximos meses recorrerá Europa en protesta por las carencias que a su juicio contiene la nueva normativa comunitaria sobre la materia, que ayer entró en vigor.

El director ejecutivo de Greenpeace, Juan López de Uralde, admitió que la norma es "un avance", pero avisó de que el etiquetado de transgénicos en alimentación sólo cubre el 20%. "El 80% restante --dijo-- se usa en piensos animales, así que los transgénicos seguirán llegando a nuestras mesas sin información al consumidor". Uralde exigió medidas burocráticas para garantizar la trazabilidad (control de transgénicos en toda la cadena).

Según Juan-Felipe Carrasco, responsable de la campaña de transgénicos de Greenpeace, el Gobierno del PP es el gran responsable de la "vergüenza transgénica", por haber permitido que España cultive maíz modificado y por importar cuatro millones de toneladas de soja y maíz transgénicos, procedentes sobre todo de EEUU y Argentina.

CONTACTOS Uralde reconoció haber mantenido "esperanzadores contactos" con el Gobierno de Zapatero, "aunque aún es pronto --dijo-- para conocer si darán resultado".

Greenpeace denunció que casi todas las semillas transgénicas cultivadas en España son de la variedad Compa CB, de la multinacional Syngenta, "una empresa a la que el PP ha protegido y permitido incumplir normas". Carrasco anunció para los próximos meses una minuciosa vigilancia, incluso con inspectores secretos en los supermercados.