La Guardia Civil confirmó ayer no solo que el cuerpo hallado en el pozo de la antigua fábrica era el de Diana Quer, según los análisis de ADN, sino que el ahora detenido acusado de su asesinato, José Enrique Abuín Gey, El Chicle, estaba bajo sospecha desde noviembre del 2016 y que hacía al menos un mes que ya estaban recabando todas las pruebas para implicarle formalmente, puesto que el caso estaba archivado desde abril. Que se plantearon su detención desde hace un mes, pero que la pospusieron hasta que finalmente atacó a otra joven el pasado día 25 en Boiro. Hasta entonces solo mantuvieron una vigilancia «puntual» que no impidió que el acusado volviera a intentar secuestrar a otra joven.

El coronel jefe de la Unidad central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, Manuel Sánchez Corbí, explicó en rueda de prensa que El Chicle actuó solo y que no conocía a Diana.

El cadáver de la joven madrileña apareció el pasado domingo 31 de diciembre, tras la confesión de El Chicle. Estaba aparentemente bien conservado gracias a que estuvo sumergido en un depósito de agua fría, sin fauna y sin corrientes. Apareció lastrado por dos ladrillos de cemento atados a la cintura y al hombro, y con otros objetos como una brida que pudo haber sido el arma homicida y el bolso que llevaba aquel día.

El depósito donde fue sumergida tenía una profundidad de 10 metros, y estaba tapado con una losa de hormigón de 1,5 metros muy pesada que los agentes tuvieron que mover con la ayuda de un camión de bomberos. Sánchez Corbí reveló que estuvieron esperando a tener todos los informes porque Abuín Gey se reveló como «un criminal muy avispado, de gran agilidad mental y que tomaba precauciones para su seguridad personal».

La desaparición de Diana Quer, el 22 de agosto del 2016, sugirió «al buen olfato de un compañero», dijo, que podía tratarse de un secuestro y no de una desaparición, lo que hizo que los agentes abrieran muy pronto la investigación. El rastro del teléfono móvil fue clave y planteó muchas de las dudas que hubieron de resolver los agentes, que descartaron pronto una implicación de alguien conocido por la joven.

El 27 de octubre, cuando apareció el móvil de Diana en el mar, tuvieron la certeza de que se trataba de un secuestro y que el autor era «alguien profesional en el mundo de la delincuencia». «El perfil del sospechoso nos cuadraba desde agosto y en noviembre del 2016 teníamos todos los indicios de que era El Chicle».

El sospechoso comenzó a intuir que le seguían y llegó a interrogar a un guardia civil para saber el motivo. Y comenzó a delatarse. En su entrevista con el agente le explicó que estaba con su mujer en las fiestas de A Pobra, un dato que no conocían. Y cuando le llamaron a declarar como testigo, en noviembre del 2016, aseguró que había ido a robar gasolina con su mujer. La mujer y sus cuñados respaldaron esa versión, de las que no se desdijeron hasta estas Navidades, cuando los agentes les hicieron ver que la agresión a una joven en Boiro incriminaba sin dudas a El Chicle. El asalto a la joven de Boiro reveló cómo pudo haber actuado El Chicle con Diana Quer.