Vamos a hablar de piojos. Mejor dicho, de su ausencia. A estas alturas del curso escolar, en los chats de madres y padres ya se habrían recibido unos cuantos mensajes (uno por semana, como mínimo) alertando de la temida pediculosis. Y esos los que se atreven a comunicarlo porque muchos progenitores callan por un absurdo e insolidario tabú, contribuyendo a que la explosión de 'pipis' -eufemismo usado en los coles- sea de órdago. Este año, sin embargo, los piojos ni están ni se les espera. Por lo menos, no masivamente. ¿La ciencia ha acabado con ellos? No. Pero la distancia social impuesta por las normas anticovid ha influido mucho. Lo que no ha podido hacer ni el inútil árbol de té ni el más inútil todavía aceite de oliva lo ha hecho el coronavirus.

La facturación de Kids & Nits, una franquicia del tratamiento de la pediculosis que nació en Granada y se ha extendido por toda España y Portugal, ha bajado un 35% desde el pasado mes de marzo, cuando el confinamiento domiciliario nos encerró a todos en casa. Ahora, con los colegios e institutos abiertos desde septiembre, sus centros siguen notando el bajón de clientes. Sobre todo, entre los niños pequeños. No así en los adolescentes, que siguen acudiendo con asiduidad a los tratamientos de desinfectación, según explica Susana Martín, portavoz de la compañía.

¿Acaso la gente ha dejado de ir a los establecimientos profesionales y prefiere exterminar a los indeseables inquilinos del cabello en casa, una opción bastante más barata? No parece. La venta de productos farmacéuticos también ha bajado considerablemente. Según los datos de la consultora especializada IQVIA, en el mes de octubre los antiparasitarios para el pelo fueron los terceros artículos de cuidado personal que más decrecieron después de las cremas 'femeninas' que combaten las arrugas y las protecciones solares. Por contra, el informe mensual de IQVIA señala que los productos anticaída del cabello y los nutritivos para las uñas se situaron en el 'top 5' de incremento de ventas. Uno de los factores que ha podido aumentar este consumo voraz, explica la consultora, es el estrés y sus consecuencias en el cabello a raíz de la pandemia.

Seguirán entre nosotros

Habrá quien tire de ilusión y piense que quizá el ser humano -mejor dicho, el coronavirus- ha acabado con los piojos. Pero no. Están entre nosotros desde hace mucho tiempo. Como mínimo desde hace varios miles de años, algo que se sabe porque han sido hallados restos de parásitos en algunas momias egipcias. Y siguen entre nosotros. "Hemos notado bajada de clientes, pero tampoco nos falta el trabajo. Piojos hay. Y para rato", admite una empleada de un establecimiento de Kids & Nits en Barcelona. Y seguirán entre nosotros. Solo recordar un piojo hembra puede pone de media unos 10 huevos al día.

"Los piojos se adaptan. Y cada vez resisten mejor los productos químicos. Mientras haya seres humanos habrá piojos", resume la portavoz de la franquicia, que no utiliza productos químicos sino un dispositivo que emana aire caliente para deshidratar (y matar) piojos y liendres. "A nuestros centros no solo vienen niños y adolescentes. Tenemos clientes de todas las edades, incluidos universitarios, madres y abuelos", añade.

No son un riesgo sanitario

La erradicación total es altamente imposible. ¿Por qué la ciencia iba a emplear sus fuerzas en acabar con los piojos? Realmente, no hacen nada malo. Ni provocan enfermedades ni son un riesgo sanitario. Solo molestan mucho. Son asquerosos. Ojo, que no siempre pica la cabeza cuando los tienes.

Combatirlos a nivel usuario se hace complicado. Entre otras cosas, por la cantidad de mitos que circulan. Que si el árbol de té los aleja, que si saltan de cabeza a cabeza, que si el vinagre los asfixia, que si solo van al pelo sucio, que si los perros contagian piojos…. Todo bulos. A lo largo de la historia se han probado muchos absurdos remedios para acabar con estos desagradables bichitos. Desde masticar carne de caballo y escupirla en la cabeza hasta aplicar grasa de perro o rociar queroseno.

Método 100% eficaz

Habría un método eficaz 100% para que la pediculosis dejara de ser la pesadilla de madres y padres (sobre todo, madres) y se resume en una frase: caza y captura constante. A saber: repasar la cabeza de los niños y los adolescentes una vez por semana con una liendrera profesional, no con esos artilugios metálicos incluidos en los kits de farmacia y que, normalmente, no sirven para nada. "Esa práctica debería ser considerada como una norma de higiene más, igual que lavarse los dientes tres veces al día. Si en todas las familias se llevara a cabo ese repaso semanal con la liendrera quizá sí se acabarían los piojos, pero lo veo poco probable porque en los hogares no hay tanta constancia", concluye Martín.