«La educación sexual en la escuela, que ha avanzado bastante, sigue topando con dos grandes resistencias. Una, la de las familias y las autoridades académicas conservadoras que no quieren que en la escuela se eduque para ser personas que son sexuadas y viven su sexualidad. La otra, la del profesorado que solo quiere impartir el currículo y no quiere tener en cuenta las vidas adolescentes y sus descubrimientos de la vida», explica el psicólogo y educador Jaume Funes, experto en jóvenes y adolescentes.

La pregunta que, a juicio de Funes, padres y madres tendrían que hacerse es cómo reaccionarían si sus hijos explican que, en clase, han hecho educación sexual a partir de un vídeo porno. «Seguro que saltan infinidad de alarmas y protestas, incluso denuncias. Pero, ¿cuántos padres se pararán primero a descubrir la cantidad de imágenes sexuales que ha visto ya su hijo?». Buena parte de sus imaginarios, prosigue el autor de Álex no entiende el mundo, proviene de esos contenidos que algunos intentan repetir como experiencia «normalizada» y esperable. «Piensan que han de hacerlo como lo que vieron en la pantalla y la apoteosis será la misma. Yo empecé haciendo educación sexual partiendo de las fotos de Interviú o los consultorios del Pronto. Hoy sé que tengo que partir de lo que vieron en sus móviles».

La sociedad debe sacarse la venda. «No queda más remedio que explicar, discutir, contextualizar, y también filtrar y tratar de contener el fenómeno de los filmes de adultos que ven y seguirán viendo. Todo ello en una propuesta educativa que siga ayudando a experimentar los besos y a diferenciar un follamigo de un novio. Siempre dejando claro que no hay placer o felicidad sin libertad», expone el experto.

Las resistencias siguen y en el discurso social «ya va bien culpar al porno, solo si lo ven los adolescentes», razona Funes, que informa de cómo una singular experiencia iniciada en Vitoria, Porno Eskola, fue rápidamente abortada por las familias que de ninguna forma querían aceptar esta vía educativa, negando la realidad de sus hijos e hijas.

La sexóloga Iratxe Gil, ideóloga de este proyecto, que ganó una beca del Ayuntamiento de Vitoria, detalla las trabas: «Tuvimos quejas de padres y madres vinculados con el Opus Dei, que querían denunciarnos al Juzgado de Menores. Es la lucha contra los de siempre, contra la religión». La iniciativa consistía en unidades didácticas on line, adaptadas a las distintas edades, en las que se explicaban las dinámicas del sexo y «los mitos y tabús de la pornografía». Cerró la web y ahora imparte talleres.