Cuatro días después del paso de la tormenta tropical Jeanne , los cuerpos flotan frente a la costa de Haití, mientras sólo las camisetas de algunos permiten distinguir a los supervivientes del lodo que los rodea. Los camiones resbalan en el camino a Gonaives y ni las autoridades ni los organismos internacionales pueden hacer llegar a las decenas de miles de damnificados la ayuda que los grandes aviones empiezan a desembarcar en Puerto Príncipe.

En Gonaives, las inundaciones causadas por la tormenta tropical han dejado, por ahora, un balance de 600 muertos identificados y 1.000 desaparecidos, a los que el primer ministro, Gérard Latortue, da ya como muertos. "Tengo las cifras delante (de las víctimas en Gonaives): hay 600 muertos, 1.000 desaparecidos, la mayoría de los cuales se puede considerar como muertos, 384 heridos, cerca de 160.000 personas afectadas y 400 casas destruidas", afirmó.

El primer ministro resumía así la situación: "Hay riesgo de epidemia porque no hay electricidad y la refrigeración no funciona en las morgues". Al dar las cifras, Latortue parecía a punto de sollozar: "Vengo de Gonaives, que sigue siendo inaccesible; no hemos conseguido entrar en la ciudad para dar ayuda. Haití no puede salir solo de este desastre".

EN LA ISLA DE LA TORTUGA Desde la resucitada isla de la Tortuga, un funcionario del Gobierno cuenta que "llegan y se ven pasar muchos cadáveres", algunos arrastrados desde la costa norte, en las cercanías de Puerto de la Paz, donde se han recuperado 111 cuerpos. El alcalde, Rony Petit Freré, ordenó enterrar los cadáveres, ya en estado de putrefacción, en una fosa común, pero no se atreve a dar una cifra de muertos en la Tortuga. "Si no nos traen comida, agua potable y ropas, podemos tener otra catástrofe más grande", advierte el sacerdote Yves Peant.

Las brigadas de socorro apenas pueden cobijar a 10.000 personas. Otras 150.000 malviven en los restos enlodados de sus barracas. El portavoz de Protección Civil, Dieufort Desloges, confiesa que "los grupos que trabajan en el área de la tragedia tienen problemas de comunicación y coordinación para hacer llegar la ayuda humanitaria, y los camiones llegan a cuentagotas".

Un vecino de Gonaives da soluciones: "Sería mucho más fácil que la trajeran en barco". Entre quienes ayudan a los supervivientes se cuenta una misionera valenciana de 57 años, Natalia Martínez. La escuela que mantiene con otras Hijas de la Caridad se ha convertido en centro de asistencia para los niños que quedaron en Gonaives. El agua se llevó a los más débiles. "Más de la mitad de desaparecidos son niños de entre 5 y 6 años", lloran en Gonaives. Una mujer susurra: "Hasta los vecinos han muerto. Sólo me queda la vida".

Mientras los aviones españoles calientan motores en Torrejón de Ardoz, con una planta potabilizadora de agua a bordo, una hermana de la misionera Natalia organiza en Bétera una campaña de recogida de ayuda. Sábanas, hilo, velas, cerillas, leche... los víveres se amontonan para viajar a ultramar. La Agencia Española de Cooperación Internacional ha hecho llegar a Jamaica, otro país afectado por el huracán, 250.000 euros en efectivo.