Investigadores australianos han descubierto en la isla de Flores, en Indonesia, los restos de una sorprendente especie humana de tamaño enano que vivió hasta hace 18.000 años, como mínimo, y que fue por tanto coetánea de los artistas que decoraron las cuevas de Altamira y Lascaux. El descubrimiento confirma que los humanos anatómicamente modernos, que empezaron a colonizar el mundo desde Africa hace quizá 200.000 años, convivieron hasta fechas muy recientes con otras especies humanas hoy extintas, no sólo con los neandertales.

Los investigadores, encabezados por Peter Brown y Mike Morwood (Universidad de Nueva Inglaterra) y Bert Roberts (Universidad de Wollongong), han incluido la especie dentro de nuestra estirpe y le han asignado el nombre de Homo floresiensis u Hombre de Flores. En su opinión, se trata de descendientes del Homo erectus que permanecieron aislados durante miles de generaciones y ello les generó su particular morfología. Los detalles de la investigación se publican hoy en la revista Nature.

ESQUELETO COMPLETO El Hombre de Flores ha sido descrito a partir del hallazgo de un esqueleto prácticamente completo (cráneo casi intacto, fémur, tibia, manos y pies incompletos, fragmentos de vértebras) y de restos de otro individuo. Los restos fueron localizados en septiembre del 2003 en la gruta de Liang Bua, al norte de la ciudad de Ruteng.

La mayor sorpresa del esqueleto es que perteneció a una persona adulta --una hembra, al parecer-- que apenas media un metro y tenía el cráneo del tamaño de un pomelo (380 centímetros cúbicos). Es realmente curioso: tiene una antigüedad de sólo 18.000 años, pero su capacidad craneal es mucho menor que la de los australopitecos y otros representantes de la estirpe humana más primitiva. De hecho, su cerebro tiene un tamaño similar al de los chimpancés.

Aquí no acaban las sorpresas. Según los investigadores, es cierto que el Homo floresiensis tenía un cerebro muy pequeño, incluso teniendo en cuenta su tamaño, pero ello no le impedía ser inteligente, fabricar herramientas, dominar el fuego y cazar bestias con una cierta complejidad técnica. Junto a los restos humanos, por ejemplo, se han localizado útiles tallados en piedra volcánica, sílex y hueso. Muy cerca también se ha encontrado un pequeño elefante prehistórico rodeado de puntas y perforadores de piedra (en cambio, jamás se ha descubierto industria lítica asociada a los australopitecos).

INTERCAMBIOS Los investigadores creen que las herramientas son suyas, pero no pueden confirmarlo con certeza. De hecho, Marta Mirazón Lahr y Robert Foley, paleontólogos de la Universidad de Cambridge, se preguntan en Nature si los utensilios no pudieron haber sido fabricadas por el hombre moderno, que colonizó el sureste asiático hace unos 100.000 años, y luego recogidos o robados por los pequeños habitantes de Flores. En la misma época y en la misma región también pudieron vivir poblaciones residuales de Homo erectus.

"En cualquier caso, se trata del homínido con las características más extremas jamás descubierto", insiste Mirazón. Las diferencias de tamaño entre grupos humanos actuales pueden ser extremas, como sucede con los pigmeos y los masai, pero Peter Brown insiste en que la mezcla de caracteres primitivos y modernos sustenta la teoría de que se trata de una especie totalmente nueva. Los científicos intentarán extraer muestras de ADN.

FAUNA EXTINTA La especie será de gran importancia para el estudio de la evolución humana. La talla de los primitivos habitantes de Flores parece ser el resultado de un empequeñecimiento endémico en la isla. La reducción de tamaño en ambientes aislados es un rasgo conocido de muchos mamíferos, pero hasta ahora no se había registrado en homínidos, explica Jordi Serrallonga, profesor de la Universidad de Barcelona: "Los animales tienden a hacerse pequeños en ambientes con los recursos limitados. Las islas son como callejones sin salida de la evolución". La nueva especie encaja además con la extraña fauna extinta de Flores. Los elefantes cazados, por cierto, pertenecían a una raza enana del primitivo Stegodon.