Los familiares de los pasajeros del vuelo malasio QZ8501 desaparecido lo vieron en directo por televisión: un helicóptero bajaba a un buzo hasta lo que parecía un cuerpo flotando sobre las aguas. La imagen extinguía las escasas esperanzas de encontrar a las 162 personas con vida y desataba el previsible cuadro de dolor incontrolado.

En un año que ha alumbrado el mayor misterio de la aviación civil (la desaparición en marzo de otro aparato malasio del que aún no hay noticias), el desenlace fue el único lógico. Los restos del avión fueron encontrados a apenas 10 kilómetros de donde se produjo la última comunicación entre cabina y tierra, al suroeste de la isla de Borneo.

Hasta ahí se habían desplazado todos los equipos de búsqueda después de que desde un avión militar se hubiera avistado una "sombra" con forma de avión bajo las poco profundas aguas del mar de Java. La compañía Airbus a la que corresponde el avión confirmó que había sido informada de la localización del lugar del accidente.

ALTAS OLAS Bambang Soelistyo, jefe de la operación de rescate, aseguró a última hora de ayer que habían recuperado tres cadáveres. El anterior anuncio de la Marina de que ya contaban con 40 cuerpos fue desmentido. El fuerte temporal y las olas de hasta tres metros de altura perjudicaron la retirada de cuerpos de las aguas y forzaron a interrumpir la operación durante la noche. Una decena de objetos grandes y muchos más de menor tamaño fueron divisados durante la jornada y los helicópteros recuperaron una compuerta y tanques de oxígeno, entre otros. Una treintena de barcos y más de 20 aviones de Indonesia, Australia, Malasia, Singapur, Corea del Sur y Estados Unidos participan en las labores de búsqueda. Unos 125 familiares de los pasajeros viajarán hasta Pangkalan Bun para empezar a identificar a los pasajeros. Hasta ahí han llegado ya bolsas y ataúdes.

TRÁFICO CONGESTIONADO El avión de la compañía de bajo coste AirAsia, que unía la ciudad indonesia de Surabaya y Singapur, pidió permiso a tierra para subir de los 9.800 metros de altura a los 11.600 para eludir una tormenta. El congestionado tráfico aéreo demoró la respuesta de la torre durante dos minutos. Cuando al final emitió el permiso ya no recibió contestación desde el avión. Tres minutos después desaparecía de los radares sin transmitir llamadas de emergencia. El examen de las cajas negras permitirá saber las condiciones del accidente, aunque el estado de los cuerpos ya indicará si el avión estalló en el aire o llegó entero al mar.