Cuando era un chaval, el cineasta Jon Garaño visitó el Museo donostiarra de San Telmo. Allí descubrió enseres de un hombre vasco del siglo XIX que midió 2,42 metros, Miguel Joaquín Eleizegi. Se le quedó en la retina -y en el cerebro- el sombrero de copa, los enormes guantes, las descomunales hormas de zapato y la tremenda silla del conocido como gigante de Altzo (localidad cercana a San Sebastián). Una vez convertido en director de cine, Garaño siempre quiso llevar a la gran pantalla su historia. El deseo se ha cumplido. 'Handia', una bellísima fábula basada en hechos reales, compite en la sección oficial del festival de San Sebastián y el 20 de octubre llegará a las salas comerciales.

Rodada en euskera y con una deslumbrante factura técnica, la película de Jon Garaño y Aitor Arregi ('Loreak') mezcla leyenda y realidad y consigue tener alma propia. Sus virtudes son muchas. 'Handia' descubre una historia muy poco conocida fuera de Euskadi: la existencia de un hombre gigante que, de la mano de su hermano, se paseó por media Europa mostrando su descomunal cuerpo cual feriante. Estamos hablando de una época en la que salir de la aldea donde habías nacido y traspasar fronteras era como para nosotros viajar a la Luna. El protagonista no es un monstruo atormentado. Esto no es -ni pretende serlo- 'El hombre elefante'. Tampoco es un retrasado ni un explotado. Es un ser infeliz al que le tira la tierra y el lugar donde ha nacido pero que, sin embargo, se da cuenta de que no puede hacer nada para parar el cambio. Ni el cambio del mundo ni el de su cuerpo, que no para de crecer. Su cuerpo se agiganta tanto que, incluso, se despierta por las noches porque escucha (y sufre) a sus huesos estirarse.

El Antiguo Régimen frente al Nuevo

Frente al gigante, su hermano -de tamaño normal- representa la modernidad y el progreso, las ganas de conocer mundo. Ubicada en las guerras carlistas, 'Handia' habla del choque de civilizaciones, del Antiguo Régimen frente al Nuevo, de la oscuridad de la religión frente a la luz que impone la modernidad. Habla también de la identidad (¿quiénes somos?), la soledad y el sentirse diferente. Consigue emocionarnos sin necesidad de subrayados sentimentales.

Un fotograma de 'Handia'.

Rodada con 3,5 millones de euros (el presupuesto medio de una película española es poco más de 1,5), 'Handia' -en la que no solo se habla euskera sino otras cinco lenguas más- ha supuesto un desafío técnico. Y no solo por ser una cinta de época sino por filmarse en muchas localizaciones. Los efectos especiales, los juegos de perspectiva, y la ayuda del exjugador de baloncesto argelino Saas Kaiche (2,30 metros) han servido para recrear al gigante de Altzo. Sus directores son coscientes de que sin 'Loreak' (que también compitió en San Sebastián hace tres años y luego fue elegida para representar a España en los Oscar de Hollywood) nunca hubieran podido filmar 'Handia'. Palabras mayores.